Acabo de leer una reseña de un libro escrito por un tal George Packer titulado "El desmoronamiento" que trata sobre la decadencia del Imperio usadense, en la misma también se entrevista al autor . El libro es harto pesimista . En el también se encuentran esa clase de cosas como "me prometieron conquistar Marte pero lo que tengo es facebook" o "coches voladores pero lo que tengo son 150 caracteres" ... no es glorioso pero seria más honesto decir nos prometieron Marte pero tenemos Internet y mundos virtuales. Definitivamente se ve muy bueno aunque desgraciadamente hay que comprarlo. Lo único que he conseguido han sido estos pocos retazos que saque de este link: * Cuando las reglas que antaño hicieron útiles a las instituciones comenzaron a desmoronarse y los líderes descuidaron sus cargos, comenzó el desmantelamiento de la República rooseveltiana, en vigor desde hacía casi medio siglo. Vino a llenar ese vacío el poder de base en la vida de los estadounidenses: el dinero organizado. * El material incluía apuntes sobre terminología: si en el debate con tu adversario usabas palabras como amenazar, burocracia, cinismo, corrupto, crisis, decadencia, despilfarro, destruir, ellos, enfermedad, engañar, Estado del bienestar, estancamiento, extravagante, impuestos, incompetente, imponer, jefes, límites, malograr, mentir, obsoleto, patético, progresista, radical, robar, sindicalizado, statu quo, traicionar, traidores, vergüenza, lo pondrías a la defensiva; y si describías tu bando con términos como cambio, capacitar, cruzada, deber, duro, elección, éxito, familia, fuerza, libertad, líder, luz, moral, niños, nosotros, oportunidad, orgullo, pro-(reforma, sentido común, sueño, trabajo duro, valor, verdad, visión), la victoria sería tuya. […] Toda una generación de políticos aprendió a hablar como Newt Gingrich. * Ray (Raymond Carver) era bebedor y escritor. Ambas facetas habían recorrido siempre caminos distintos. Las cosas de las que el Ray bebedor escapaba, las cosas que destrozaba, lamentaba o de las que se arrepentía, el segundo Ray las miraba fijamente y las convertía en arte. * Existía una palabra popular en la época que era perfecta para lo que describía Girard: estatus. En Nueva York, la lucha por el estatus era ubicua y feroz. Todo el mundo pisaba a todo el mundo en un rascacielos infinito: mirabas abajo y no se veía el suelo; mirabas arriba y no se veía la cúspide. Pasabas años subiendo peldaños, preguntándote todo el tiempo si habías ascendido en altura o si todo era una ilusión óptica. * El restaurante era también un homenaje a la vida bohemia. El ambiente era tolerante y distendido, a caballo entre el esnobismo extremo del ingrediente fresco y la cocina más sencilla. Los empleados se liaban unos con otros (sobre todo Alice [Waters], a ella le gustaban las relaciones sin obligaciones), el restaurante se financiaba con el dinero de las drogas hippies, los chefs se metían coca para no perder comba, los camareros daban una calada de camino al comedor, los lavaplatos se metían opio en el culo antes de empezar su turno (para evitar las náuseas) y al final de la noche todo el mundo bailaba en el salón. Alice era una líder inspiradora, crítica y caótica. Estuvieron varios años en números rojos y en diversas ocasiones el negocio estuvo a punto de quebrar, pero esa mujercita de pelo a lo garçon y facciones delicadas siempre decía: “Se puede hacer, lo vamos a hacer, va a funcionar, ya veréis”. * Se quedó sin dinero mucho antes, y su hijo y el resto de su familia, en Estados Unidos, en Inglaterra y el estado indio de Gujarat, la apoyaron en su lucha, porque, a diferencia de Mike Ross, Sylvia Landis y Jack Hamersma, Usha Patel no era estadounidense, que es lo mismo que decir que no estaba sola. * Thiel sacó el iPhone del bolsillo y declaró: “En mi opinión, esto no es un adelanto tecnológico tan increíble”. […] Los estadounidenses, que habían inventado la cadena de montaje, el rascacielos, el avión y el circuito integrado, habían dejado de creer en el futuro. El futuro estaba en declive desde 1973. Thiel lo llamaba el “parón tecnológico”. […] “Queríamos coches voladores y lo que hemos conseguido han sido ciento cuarenta caracteres”. * Van Sickler se ponía especialmente serio cuando se trataba de su trabajo. Un periodista de investigación tenía que ser idealista; Van Sickler no compartía eso de que todos los periodistas eran unos cínicos. La prensa no hacía ningún favor a sus lectores, y tampoco a sí misma, cuando un reportaje mostraba las dos caras de una historia y nada más. Había cosas objetivamente ciertas y el periodista tenía que pronunciarse. […] Van Sickler pensaba que había dos tipos de periodistas: los que contaban historias y los que arrojaban luz sobre el delito.
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