La Sostenibilidad y la Paz

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La Sostenibilidad y la Paz

Anselmo
La Sostenibilidad y la Paz

En el hilo “El Iceberg de la Economía”(1) indiqué que la Economía, aparte de depender de factores materiales, también lo hace de factores espirituales. Y abundando en esta tesis os presento el siguiente caso:  

Una muestra de hasta qué punto los principios rectores de una sociedad influyen en la riqueza de la misma es la reflexión más antigua sobre sostenibilidad de una economía que conozco (¿siglo V antes de Cristo?)…. y  que vincula la sostenibilidad con la Paz:

fragmento del libro La Republica (Platón) en el que se recoge parte del dialogo entre Sócrates y un tal Glaucón en el que se habla de cómo debería ser una ciudad imaginaria que Sócrates utiliza como ejemplo para definir el ideal de la Justicia.  
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Sócrates empieza  (en primera persona)

Ante todo, consideremos, pues, cómo vivirán los ciudadanos así
organizados. ¿Qué otra cosa harán sino producir trigo, vino, vestidos y
zapatos? Se construirán viviendas; en verano trabajarán generalmente
en cueros y descalzos y en invierno convenientemente abrigados y
calzados. Se alimentarán con harina de cebada o trigo, que cocerán o
amasarán para comérsela, servida sobre juncos a hojas limpias, en
forma de hermosas tortas y panes, con los cuales se banquetearán,
recostados en lechos naturales de nueza y mirto, en compañía de sus hijos;
beberán vino, coronados todos de flores, y cantarán laudes de los
dioses, satisfechos con su mutua compañía, y por temor de la pobreza o
la guerra no procrearán más descendencia que aquella que les permitan
sus recursos.

Entonces, Glaucón interrumpió, diciendo:

-Pero me parece que invitas a esas gentes a un banquete sin
companage alguno.

-Es verdad -contesté-. Se me olvidaba que también tendrán
companage: sal, desde luego; aceitunas, queso, y podrán asimismo
hervir cebollas y verduras, que son alimentos del campo. De postre les
serviremos higos, guisantes y habas, y tostarán al fuego murtones y
bellotas, que acompañarán con moderadas libaciones. De este modo,
después de haber pasado en paz y con salud su vida, morirán, como es
natural, a edad muy avanzada y dejarán en herencia a sus descendientes
otra vida similar a la de ellos.

Pero él repuso:

-Y si estuvieras organizando, ¡oh, Sócrates!, una ciudad de cerdos,
¿con qué otros alimentos los cebarías sino con estos mismos?

-¿Pues qué hace falta, Glaucón? -pregunté.

-Lo que es costumbre -respondió-. Es necesario, me parece a mí, que,
si no queremos que lleven una vida miserable, coman recostados en
lechos y puedan tomar de una mesa viandas y postres como los que
tienen los hombres de hoy día.

-¡Ah! -exclamé-. Ya me doy cuenta. No tratamos sólo, por lo visto,
de investigar el origen de una ciudad, sino el de una ciudad de lujo.
Pues bien, quizá no esté mal eso. Pues examinando una tal ciudad
puede ser que lleguemos a comprender bien de qué modo nacen la justicia
a injusticia en las ciudades. Con todo, yo creo que la verdadera ciudad
es la que acabamos de describir: una ciudad sana, por así decirlo. Pero,
si queréis, contemplemos también otra ciudad atacada de una infección;
nada hay que nos lo impida. Pues bien, habrá evidentemente algunos
que no se contentarán con esa alimentación y género de vida;
importarán lechos, mesas, mobiliario de toda especie, manjares,
perfumes, sahumerios, cortesanas, golosinas, y todo ello de muchas
clases distintas. Entonces ya no se contará entre las cosas necesarias
solamente lo que antes enumerábamos, la habitación, el vestido y el
calzado, sino que habrán de dedicarse a la pintura y el bordado, y será
preciso procurarse oro, marfil y todos los materiales semejantes. ¿No es
así?

-Sí -dijo.

-Hay, pues, que volver a agrandar la ciudad. Porque aquélla, que era
la sana, ya no nos basta; será necesario que aumente en extensión y
adquiera nuevos habitantes, que ya no estarán allí para desempeñar
oficios indispensables; por ejemplo, cazadores de todas clases y una
plétora de imitadores, aplicados unos a la reproducción de colores y
formas y cultivadores otros de la música, esto es, poetas y sus
auxiliares, tales como rapsodos, actores, danzantes y empresarios.
También habrá fabricantes de artículos de toda índole, particularmente
de aquellos que se relacionan con el tocado femenino. Precisaremos
también de más servidores. ¿O no crees que harán falta preceptores,
nodrizas, ayas, camareras, peluqueros, cocineros y maestros de cocina?
Y también necesitaremos porquerizos. Éstos no los teníamos en la
primera ciudad, porque en ella no hacían ninguna falta, pero en ésta
también serán necesarios. Y asimismo requeriremos grandes cantidades
de animales de todas clases, si es que la gente se los ha de comer. ¿No?

-¿Cómo no?

-Con ese régimen de vida, ¿tendremos, pues, mucha más necesidad
de médicos que antes?

-Mucha Más.

XIV -Y también el país, que entonces bastaba para sustentar a sus
habitantes, resultará pequeño y no ya suficiente. ¿No lo crees así?

-Así lo creo -dijo.

-¿Habremos, pues, de recortar en nuestro provecho el territorio
vecino, si queremos tener suficientes pastos y tierra cultivable, y harán
ellos lo mismo con el nuestro si, traspasando los límites de lo necesario,
se abandonan también a un deseo de ilimitada adquisición de riquezas?

-Es muy forzoso, Sócrates -dije.

-¿Tendremos, pues, que guerrear como consecuencia de esto? ¿O qué
otra cosa sucederá, Glaucón?

-Lo que tú dices -respondió.

-No digamos aún –seguí- si la guerra produce males o bienes, sino
solamente que, en cambio, hemos descubierto el origen de la guerra en
aquello de lo cual nacen las mayores catástrofes públicas y privadas
que recaen sobre las ciudades.

-Exactamente.

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Notas:

(1):http://foro-crashoil.2321837.n4.nabble.com/El-Iceberg-de-la-Economia-tt8968.html
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Re: La Sostenibilidad y la Paz

Mr Mindundi
Una reflexión exquisita Anselmo.
Gracias