14 de junio de 2006 http://thearchdruidreport.blogspot.com.es/2006/06/farewell-to-utopia.html Nuestra obsesión contemporánea con el futuro es una cosa curiosa .Las culturas antiguas tenían sus propias maneras de intentar perforar el velo del tiempo, para estar seguro; astrólogos y adivinos gozaban de, como mínimo, de tanto respeto en muchas otras sociedades que los actuales economistas, futurólogos y críticos sociales pueden esperar en las nuestras. Los modernos expertos de los medios de comunicación consideran estas antiguas artes como inútiles porque ellas se apoyan en patrones basados en la mitología y en la intuición, más que en la observación objetiva de hechos. Aún hay una profunda ironía aquí, porque casi todo el pensamiento moderno sobre el futuro cojea debido a nuestra obsesión con un par de narrativas míticas determinadas --el mito del progreso por un lado y el mito del apocalipsis por el otra—que son mucho más limitados de lo que los antiguos adivinos o sus clientes habrían tolerado. Yo he mantenido en otras ocasiones (vínculo) que es imposible entender los impactos del pico de petróleo, el calentamiento global, y las otras manifestaciones externas de las crisis de la sociedad industrial, en tanto continuemos atascados en su modo de pensar. Continuar con los-negocios-como-siempre, no nos va a llevar ni más cerca ni más lejos de un futuro entre las estrellas a lo Star Treck lo que también es cierto pero no es más probable con respecto a terminar en el tipo de mega muerte acaecida en el transcurso de una noche morbosamente retratado en la literatura supervivencialista. Aún hay mucha gente solo puede ver el futuro en uno u otro de estos términos. Estas dos visiones del futuro, mientras ambas toman hoy día formas más seculares que religiosas, tienen sus raíces en la teología cristiana apocalíptica. Hace poco menos de cuatro siglos, en el tiempo de la Reforma y de la Contra Reforma, la corriente mayoritaria de la Cristiandad capituló a la filosofía racional-materialista y redefinió las profundamente míticas narrativas de la Biblia como historia secular. Antes de ese momento los teólogos discutían que los acontecimientos descritos en el Libro de las Revelaciones; significaban como símbolos míticos y analogías; Después ellos afirmaban en cambio sobre cuando y como acontecerían diferentes eventos en el día a día del mundo. De lo que surgieron dos escuelas de pensamiento. La posición pre milenarista afirmaba que Jesús volvería y traería un periodo durante el cual los cristianos gobernarían el mundo. Los post milenaristas afirmaban que los cristianos gobernarían el mundo por un milenio y después Jesús retornaría. La diferencia puede parecer por el estilo de relevante que el número de ángeles que pueden danzar sobre la cabeza de Jerry Falwell pero barredoras implicaciones se desdoblan de cada punto de vista. Si los pos milenaristas están en lo cierto, la Historia está de su lado, debido a que ellos están destinados a gobernar el mundo durante mil años antes de la segunda venida de Cristo. Así que los post milenaristas creen que las cosas mejoraran con el tiempo hasta que el milenio llegue. Si los pre milenaristas están en lo cierto, por el otro lado, la historia está en el lado del Diablo. Debido a que no hace falta otra cosa que la intervención de Jesús para dar a los cristianos sus mil años de gobierno mundial. Acordemente los pre milenaristas creen que las cosas irán empeorando con el tiempo hasta que cuando todo está tan mal que no pueda empeorar más .Jesús se muestre , eche a patadas al Diablo y a sus esbirros, y traiga el Milenio. Despoja del lenguaje teológico a estos dos puntos de vista y tendrás el mito del progreso y el mito del apocalipsis en sus formas contemporáneas. Los creyentes en el progreso sostienen que la civilización industrial es mejor que ninguna otra en la Historia, y sus actúas dificultades serán superadas solo con dedicar más dinero a la investigación científica, o quitar al gobierno de en medio del camino de la industria o cualquier otra cosa que su historia individual presente como la solución de sus problemas. Creyentes en el apocalipsis sostienen que la civilización industrial es peor que ninguna otra en la historia y que sus dificultades presentes desembocarán en una catástrofe repentina que que la destruirá y acomodan en cualquier otro mundo mejor que su única historia les promete—un mundo mejor en el cual ellos inevitablemente tendrán el lugar privilegiado que se les deniega en el presente. Estas dos narrativas míticas en otras palabras, son mitos de utopía. Ambas prometen un futuro que traerá un mundo mucho mejor que el actual: sus únicas discrepancias se refieren acerca cómo llegar a él. Y cómo de cerca la utopía por venir se parece al mundo que tenemos ahora. Así no es una sorpresa que los creyentes en el progreso, tiendan a ser aquellos que sienten que se beneficien del orden social actual, y que los creyentes en el Apocalipsis tiendan a ser aquellos que se sienten marginados por el orden social actual, así como excluidos de sus beneficios. De uno u otro modo el atractivo de la utopía es una fuerza potente, y una que tiene profundas raíces en nuestra cultura y en nuestra psique colectiva. Es también uno de los obstáculos primarios que se alzan en medio del camino de una respuesta constructiva a la crisis de la sociedad industrial. La lección de los límites del crecimiento--una lección que la mayoría de la gente ha estado intentando no aprender, con desesperación creciente, desde los años 70-- Es que la edad de la exuberancia ha concluido y que nada podrá hacerla volver. El futuro no nos está trayendo un mundo mejor, está trayéndonos en su lugar un mundo de límites estrictos, oportunidades restringidas y expectativas rebajadas, en el que muchos de nuestros más preciados sueños deberán ser abandonados por el previsible futuro, o para siempre, es un mundo donde las esperanzas pueden aún ser realizadas, los sueños pueden aún ser perseguidos y la experiencia del ser humano puede aun ser contemplada y celebrada, pero todas estas cosas deberán ser tener lugar a una mucho más modesta escala que la experiencia del reciente pasado o de los sueños utópicos sobre un futuro mejor nos han preparado para considerar. Durante la edad de la exuberancia. El pensamiento Utópico era adaptativo usando la jerga ecologista: esto animó a la gente a pensar a lo grande en un tiempo en el que la expansión imperial, el progreso tecnológico, y la disponibilidad creciente del combustible fósil dio como resultado el crecimiento explosivo. A medida que la Edad de la Exuberancia termina a nuestro alrededor, la ecuación se está revirtiendo. En un mundo de regionalización política y económica, en situación permanente de regresión tecnológica, y menguantes suministros de recursos no renovables, aquellos que se muevan con la curva del declive industrial, serán exactamente tan exitosos en el futuro como aquellos que cabalgaron las olas del crecimiento industrial en el pasado. Todavía estamos a tiempo de aprender cómo pensar en pequeño—y este proceso será mucho más fácil si le decimos adiós a Utopía y nos enfocamos en las cosas que podemos realmente conseguir en los severos límites de tiempo y recursos que todavía nos quedan. |
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