28 DE MAYO DE 2008
Una de las más curiosas zonas ciegas en la imaginación contemporánea, como ya he sugerido más de una vez en estos ensayos, puede ser seguida con detalle en la forma en que el concepto del declive se ha desvanecido de nuestro discurso colectivo sobre el futuro Lo que hace esta ceguera incluso más curiosa es que es cosa muy reciente. Hace un siglo la posibilidad de que el mundo occidental pudiera alcanzar un pico y a partir de ahí seguir el familiar camino de descenso al destino común de las civilizaciones, estaba en muchas mentes. Las pinturas e ilustraciones de Aubrey Beardsley y las novelas de Joséphin Péladan, por nombrar sólo a dos figuras del Movimiento Decadente, más que anunciar, más bien pregonaban a bombo y platillo , la aproximación de un declive que Oswald Sprengler describió detalladamente pocos años después con su magistral prosa. La creencia en el declive nunca fue universalmente sostenida y, ni siquiera una visión más extendida-aquellos que profetizaban la inminencia de la Utopía a través del progreso o de la revolución violenta, tuvo tampoco mucha más audiencia y, así mismo, las fantasías apocalípticas nunca fueron difíciles de encontrar - pero la idea no estaba ausente de la cultura de la poca y atrajo la atención de pensadores serios. En algún momento entre los años 20 y el fin de la segunda Guerra Mundial, sin embargo, el concepto entero de la posibilidad de declive de nuestra civilización cayó fuera de la imaginación colectiva mundial. Excepto por una breve revitalización en el despertar de las crisis convergentes de los años 70, y unas pocas manifestaciones de los extremos más alejados de la cultura actual , la idea en cuestión aún no ha retornado. Este extraño cambio en las formas de nuestros futuros imaginados demanda la atención de aquellos de nosotros que intentamos adivinar la forma que tendrá el futuro que nos aguarda. Porque si el futuro a que nos enfrentamos es de declive, los resultados pueden ser muchísimo más desafiantes que cualquiera basado en la idea más simplísta del colapso repentino. El declive, después de todo, no es un proceso lineal. Al representar el colapso de las civilizaciones pasadas con respecto al tiempo, y lo más frecuente es ver que este sigue una trayectoria escalonada que altera periodos de crisis con periodos de sosiego y recuperación parcial. Comparando estos procesos con el tipo de repentino colapso apocalíptico y un sorprendente resultado emerge : la cantidad de declive poblacional y pérdida cultural en cualquier generación dada puede ser mucho menor del que resultaría de una única catástrofe repentina, pero el impacto total del declive es mucho mayor , y la capacidad de una rápida recuperación es mucho menor. Esto parece contra-intuitivo, pero puede ser fácilmente demostrado tanto por la evidencia histórica como por la lógica.Consideremos la Peste Negra en Europa. como un ejemplo de mortandad, difícil de igualar - la primera epidemia terrible de 1346 a 1351 mató a casi un tercio de la población de Europa, y brotes recurrentes que siguieron desencadenándose prácticamente una vez por década se llevaron hasta un diez por ciento de los supervivientes en cada ocasión-y debido a las revueltas campesinas del siglo 14, Incluso se alcanzó una situación similar a las hordas merodeadoras que juegan un papel tan importante en las fantasías de los supervivencialistas contemporáneas. A pesar de la horrenda tasa de defunciones, del extendido desorden social, y los vastos impactos culturales de la Peste Negra, la civilización europea no colapsó ni perdió su continuidad cultural .Los supervivientes simplemente se pusieron en pie y continuaron con las cosas casi como antes. Imagine una mortandad similar, o incluso una mucho más extrema en los Estados Unidos de hoy, no es difícil ver porqué. Las que podríamos calificar como las versiones más extremas de las tesis supervivencialistas se revelarían correctas. Alguna crisis u otras causas que motivaran que los mercados del petróleo se paralizasen completamente y que el combustible de gasolina y diesel se hiciera completamente inasequible, tendría como consecuencia que el pánico y los saqueos se desencadenarían , y que los gobiernos de algún modo serían incapaces de hacer nada con respecto a la crisis y la sociedad se desintegraría en una guerra general de todos contra todos, con hordas de saqueadores surgiendo de las ciudades a las regiones rurales próximas en una desesperada búsqueda de comida. Cinco horrorosos años después la población de los Estados Unidos habría caído en un 95%. ¿ Qué ocurriría a continuación? La única mayor base de recursos disponible para los supervivientes en tal caso sería la de la sociedad previa al colapso. Por todos los Estados Unidos rurales, en áreas a más de unas pocas millas de los centros urbanos, las pequeñas villas y ciudades que siguiese existiendo en áreas agrícolas y con suministros de agua permanente probablemente podrían florecer; sin combustible para sus coches, después de todo, refugiados de Chicago o los Angeles no conseguirán llegar a Dakota del Norte o nisiquiera a Iowa. Bibliotecas ,escuelas y gobiernos locales podían bien continuar existiendo o bien ser fácilmente reconstruidos; los edificios abandonados y equipamientos técnicos pueden ser desempolvados y puestos de nuevo en uso; donde hayan fuentes de energía renovable , estas pueden ser reactivadas en caso de que se hubieran dejado de funcionar al principio. Casi los supervivientes al colapso se han criado en el mundo precolapso y un buen numero de ellos ha adquirido las aptitudes necesarias par a operar una sociedad moderna. Al cabo de no mucho tiempo, algo parecido a la cultura estadounidense podría haberse restablecido, del mismo que las culturas de la Baja Edad Media en Europa se restablecieron a sí mismas tras la Peste Negra. Lo que hace que tan rápida recuperación resulte posible, no obstante, es el corto periodo de tiempo entre el colapso y el periodo posterior. Si consideramos la posibilidad de un declive un cuadro menos prometedor emerge. Primero, y más obviamente, el declive toma mucho más tiempo. Para el tiempo en que el proceso se haya terminado, la gente que recordaba como acostumbraba a funcionar una civilización avanzada, habrá muerto hace largo tiempo y cualquier cosa perecedera en la cultura material que conocían pereció hace largo tiempo. Una cosa es irrumpir en una biblioteca abandonada cinco años después de un colapso repentino, cuando la mayoría de los libros están cubiertos de polvo pero perfectamente legibles; y otra cosa hacer la misma cosa doscientos años después del principio del colapso cuando aquellos libros que no hayan sido expoliados hace mucho tiempo se han convertido en serrín. Debido a que fueron impresos en un papel de alto grado de acidez, o se han podrido después de que el techo se viniese abajo y la lluvia los empapara. El proceso escalonado encontrado en muchos ejemplos históricos del declive .sin embargo, es una fuerza mucho más potente. Periodos de crisis, en los cuales las necesidades urgentes absorben todos los recursos disponibles pueden prolongarse por décadas. Durante ese tiempo todo los que no sea inmediatamente relevante para atender las necesidades del momento, probablemente quedará falto de mantenimiento y cuidaos, caso de que no sea desmantelado , quemado como combustible, o destruido por la guerra , tumultos , o cualquier otro de los desastres que normalmente salpican el periodo de decadencia de una civilización. Periodos de respiro ofrecen algún tiempo de recuperación, pero entonces otro periodo de crisis viene y otro proceso golpea el legado superviviente de la civilización. Cada periodo de crisis así llega a ser un cuello de botella a través del cual solo una fracción de la cultura material de una civilización y de su base de conocimientos sobrevive. Repitiéndose el proceso lo suficiente, quedará muy poco al final. Así, si admitimos la posibilidad declive, nos enfrentamos a la posibilidad de un futuro más difícil, y empobrecido que en caso de un colapso repentino, y no al contrario. El concepto del conservador cultural que he propuesto hace pocas semanas en este blog intenta afrontar esta posibilidad. Junto con los datos que evidencian una pérdida cultural durante las épocas de declive , la Historia también nos muestra que una minoría motivada comprometida con una visión a largo plazo puede tener un impacto desproporcionado para la supervivencia de la herencia cultural en tiempos difíciles. Consideremos la supervivencia del pueblo judío y de su herencia cultural, tras la destrucción del tercer templo en el 70 EC y la erradicación de casi toda la presencia judía en Palestina lo largo del siglo siguiente. Enfrentados al riesgo real de extinción cultural, los líderes religiosos supervivientes recuperaron los procedimientos utilizados durante la cautividad en Babilonia para emprender uno de los más magníficamente exitosos programas de conservación cultural. A medida que el judaísmo rabínico tomó forma, un muy gran porcentaje de sus tradiciones se enfocó explícitamente en preservar la continuidad religiosa y cultural judía “¿porqué esta noche es diferente de las demás?” se pregunta en el ritual de pascua ,la respuesta, libremente interpretada, es que esta envuelve una de las experiencias históricas distintivas del pueblo judío, empleando potentes herramientas simbólicas y ceremoniales para contrarrestar las presiones hacia su asimilación y absorción. Igualmente, la Iglesia tras la caída de Roma puso en marcha un programa de salvamento masivo que mantuvo mucho de la cultura clásica vivo. A través de la Edad Media; sus motivos diferían de aquellos que guiaron a los fundadores del judaísmo rabínico una iglesia en expansión necesitaba clérigos lo suficiente instruidos, para desenvolverse con las Escrituras, los escritos de los Padres de la Iglesia, el Derecho y la teología filosófica que la Iglesia había tomado prestada del Neo Platonismo y esto implicaba la supervivencia de la cultura literaria latina que informó tanto a la cultura cristiana temprana occidental. Así generaciones de académicos cristianos aprendieron la prosodia latina de Virgilio, y adquirieron un amor a la adquisición de cono cimentos que dio sus frutos en la gran era del monasticismo y permitió conservar incontables tesoros culturales para el futuro. Hay abundancia de otros ejemplos, desde las academias de sánscrito en la India, hasta las escuelas bárdicas de la Escocia moderna temprana pero ellas comparten una crucial característica común con estas. Para que una tradición cultural sobreviva a una época de declive, esta necesita encontrar una organización humana que la valore lo suficiente como para poner la supervivencia de dicha tradición por delante de más inmediatas necesidades. En el judaísmo tradicional, seguir los mandamientos no es algo que se pueda dejar temporalmente de lado cuando los tiempos se tornen difíciles; sino que lo primero, incluso por delante de la supervivencia personal. Análogamente , los monjes benedictinos que dedicaron su tiempo a copiar manuscritos en los fríos escriptoria durante de los peores años de la Edad Media podían haber llevado vidas mucho más fáciles, fuera de los muros desnudos de sus monasterios, si la Gloria divina no hubiera eclipsado, a sus ojos, el resplandor todos los tesoros de la vida terrena. Así la supervivencia de la herencia cultural debe tirar de estímulos emocionales lo suficiente potentes como para anular la tiranía de las necesidades inmediatas y guiar los modestos pero de importancia crucial esfuerzos cotidianos . Esfuerzos diarios necesarios para mantener intacta la herencia cultural. Esto es especialmente cierto acerca de las tradiciones de la cultura de la élite, la cual típicamente adolece de cualquier valor de supervivencia a corto plazo y a menudo requiere un apreciable inversión de tiempo y recursos. Esto resulta sobre todo cierto acerca de la cultura de la élite moderna,la cual se ha especializado en la producción en masa de información a un grado tal que la capacidad para mantener un adecuado almacenamiento para todo el conocimiento que nuestra cultura ha amasado resulta más que dudosa. Uno de las lectoras de este blog en respuesta al post de la semana pasada , me preguntó sobre cual podría se el modo para que en su campo profesional , las matemáticas, se pudiera preservar algo de su base de conocimiento para el futuro Esta es una pregunta desalentadora , para la cual no conozco respuesta sencilla . Hoy en día, los matemáticos en las más abstractas y menos prácticas ramas de su campo pueden obtener un salario que les permita dedicarse a sus investigaciones, sólo debido a que un hábito social estimula a los gobiernos y otros donantes a asumir tales costos. La misma cosa es cierta para las demás ramas de la investigación académica así como para aquellas bellas artes que no han culminado el proceso de de involucionar hacia la manufactura de productos decorativos coleccionables por los ricos. Fuera de los departamentos de matemáticas universitarios, es difícil encontrar a alguien que ni tan siquiera haya oído hablar de muchos de los temas más candentes en las matemáticas, mucho menos de alguien que estuviera dispuesto a estudiarlos y enseñarlos gratuitamente, fuera del puro amor a esta ciencia. Este tipo de grupo de soporte será difícil de encontrar para las diversas porciones de la élite cultural del presente y, sin éste, sólo hay una posibilidad mínima de que algo aparte de fragmentos de esa cultura pueda alcanzar el futuro. No obstante, hay un comodín entre las cartas que se nos ha barajado, y su nombre es la religión. Casi todos los ejemplos clásicos de conservación cultural extraen su fuerza motivadora de las creencias religiosas. ¿Es posible que alguna de la herencias culturales o científicas de hoy encuentren una bienvenida en el ámbito de un movimiento religioso presente o futuro? .El post de la semana que viene explorará estas opciones. |
Gracias Anselmo !, hasta los fines de semana nos brindas tu trabajo (estupendo dicho sea de paso).
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Para mí es un placer.
Saludos |
En respuesta a este mensaje publicado por Anselmo
+10
La noche es oscura y alberga horrores.
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Jodío Druida,
culto, refinado y certero. Y el traductor, un crack:)
Querido lector, si caíste por casualidad en este foro ya es demasiado tarde. No te molestes en entender el pico del petróleo, a partir de ahora podrás grabar con tu móvil secuencias terriblemente bellas de la Tercera Guerra Mundial. Sonríe!
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Gracias...
El "declive" creo que es el concepto que está empezando a marcar esta época... Lo encontramos en cualquier ámbito: económico, energético, biológico, social, etc. A diferencia de "pico" que según de qué se hable pasó hace treinta, cinco, dos años o está por venir... En el declive se empiezan a sumar todas las cosas hasta pasar a ser una época de declive y luego en algo así como "El gran declive" (un buen título para próximo post del Druida)... |
Interesante para reflexionar.
Sobre todo para aquellos que anhelan el colapso inmediato. Es una reafirmación de lo atinado de sus deseos. A los que estamos aqui y ahora viendolas venir, seguramente nos conviene un colapso lento y prolongado, lo mas catabólico posible. Despues de todo, una vez viendo crecer los rabanitos desde abajo, todo nos importara eso, un rábano. Y mientras tanto, iremos aprovechando lo que quede entre estertores. Distinto es si pensamos en lo que le tocará a los que vengan detrás nuestro, según el Druida. Creo que el análisis que hace es bastante certero. Ya veremos que número nos toca. Saludos |
En respuesta a este mensaje publicado por Anselmo
No obstante, hay un comodín entre las cartas que se nos ha barajado, y su nombre es la religión. Casi todos los ejemplos clásicos de conservación cultural extraen su fuerza motivadora de las creencias religiosas. ¿Es posible que alguna de la herencias culturales o científicas de hoy encuentren una bienvenida en el ámbito de un movimiento religioso presente o futuro? .El post de la semana que viene explorará estas opciones.
.. yo vi esa película... "Regreso al planeta de los simios" +10 la traducción.
Ahora tiro yo , porque me toca. (El Indio Solari)
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