POST: John M. Greer –"Retrotopía (VIII): Flujos de entrada y salida"

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POST: John M. Greer –"Retrotopía (VIII): Flujos de entrada y salida"

Demóstenes Logógrafo
Esta es la octava entrega de una exploración de alguno de los posibles futuros discutidos en este blog, utilizando la caja de herramientas de la ficción narrativa. Nuestro narrador visita una planta de producción de electricidad de la ciudad, que funciona con una inesperada fuente de energía, y un mercado de valores sujeto a reglas todavía menos familiares…
****************

Para cuando Michael Finch y yo abandonamos la fábrica de tranvías, ya íbamos camino delas once. “¿Qué es lo próximo?”, pregunté.

“Estamos a cuatro manzanas de una de las plantas municipales de energía”, dijo el becario, “llamé antes y acordé una visita, que llevará sobre una hora y debería dejarnos tiempo suficiente para el almuerzo. Ms. Berger dijo que querría usted echar una ojeada a nuestra infraestructura eléctrica”

Asentí. “Por favor, la electricidad es un problema continuo allá en casa”

“Tampoco ha sido siempre fácil aquí”, admitió Finch. “Desea tomar un taxi o…”

“¿Cuatro manzanas? No, es distancia para ir a pie”. Por su expresión deduje que no era el caso de todos los visitantes de fuera, pero espabiló y puso rumbo al este hacia el río Maumee. Al norte pude ver los puentes arqueándose sobre el río, y la cúpula inacabada del capitolio levantándose blanca sobre los tejados marrones y grises.

La planta de energía era otro gran edificio de ladrillo como la fábrica de tranvías, y busqué en vano alguna chimenea. Finch me condujo por la entrada de la oficina, una puerta doble adornada con un arco, y nos presentó al recepcionista. Momentos más tarde nos llevaron a la oficina del gerente de la planta, un corpulento hombre de tez marrón y pelo gris que me estrechó la mano.

“Jim Singletary”, dijo, “Encantado de conocerle. Imagino que no tienen nada parecido a nuestras instalaciones en la República Atlántica, así que cualquier cosa que quiera saber sólo pregúntela ¿de acuerdo”

Le aseguré que lo haría, y nos condujo fuera de la oficina. El pasillo iba derecho al corazón de la planta; en su extremo más lejano, pasamos por una puerta a un balcón acristalado con vistas a una gran habitación abierta donde seis máquinas complejas se levantaban sobre un suelo de cemento.

“Ahí abajo no se oye nada más que las turbinas”, dijo, “Ahí está el negocio de esta planta - seis turbinas de ciclo combinado de gas moviendo nuestros generadores. Conseguimos una eficiencia de casi el sesenta por ciento en términos de generación eléctrica, más todavía cuando se toma en cuenta el calor recirculado a la instalación. ¿Sabe cómo funciona una turbina de ciclo combinado?”

“Más o menos - se pasan los gases de la turbina a través de un intercambiador de calor y se utiliza para impulsar una turbina de vapor con el calor sobrante, ¿no es así?”
“Exacto. Lo que sale de los intercambiadores está a unos 300 grados Farenheit [NdT: 148.88 ºC], que es más que suficiente para hacer algo con ello. Aquí buena parte de ello va a calentar los tanques de fermentación.

Me pregunté qué quería decir con aquello, pero no costó mucho entenderlo. Singletary nos condujo por el balcón a otro juego de puertas, y a través de ellas a otro balcón sobre una doble hilera de lo que parecían las tapas de gigantescas ollas a presión.

“Los tanques de fermentación”, dijo, “Entra materia prima, salen metano y lodos. En cualquier momento dado, dieciocho tanques están en funcionamiento y los otros seis están en carga o descarga. Por aquí, por favor”

El balcón terminaba en otra puerta, y un pasillo nos condujo hacia la izquierda. Al final de éste había otro balcón, esta vez abierto al exterior. Debajo estaba el río Maumee, y una hilera de grandes barcazas amarradas a un muelle. La más cercana a nosotros estaba descargando algo a través de un gran tubo.

“Y ahí la materia prima que hace que todo esto funcione”, dijo Singletary, “no recomiendo bajar al muelle, puede resultar bastante maloliente”

“¿Qué es esa materia prima?”, pregunté, aunque había empezado a imaginarme la respuesta

“Estiércol”, dijo, “Vaca, caballo, oveja, humano. Compramos estiércol de un área de ocho condados para complementar el que se produce aquí en Toledo”. Le miré asombrado y sonrió. “Sí, si ha usado el lavabo desde que llegó, ha contribuido al suministro eléctrico de Toledo”

Reí y continuamos. “Utilizamos un proceso de fermentación de tres fases para extraer cerca del setenta por ciento del carbono de la materia prima, mientras que el nitrógeno, fósforo y potasio permanecen en el lodo. Para cuando ha terminado el proceso en el tanque está tan esterilizado que podría restregarlo sobre una herida abierta. Utilizamos el calor sobrante de las turbinas para secarlo y enviarlo de vuelta a los granjeros como fertilizante, así todos contentos”

Volvimos a su oficina y conseguí un resumen de la economía de la planta. “¿Cómo de grande es la diferencia entre las ventas de fertilizante y los costes del estiércol?”

“No tan ajustada como me gustaría”, admitió Singletary. “Desde que los canales del Maumee y Ohio quedaron reabiertos, los granjeros al sur de nosotros pueden enviar su materia prima a Dayton o Springfield - Lima está en el tercer nivel, así que no está en el mercado. Al norte de nosotros tenemos Detroit y Ann Arbor para competir con ellos; al este está Cleveland, y el sistema de canales al oeste del Maumee está todavía en reconstrucción; esa es la instantánea en este momento”

“¿No dependen mucho de los canales?”

“No nos podemos permitir no hacerlo. Al principio solíamos cargar la materia prima por tren, pero los costes eran demasiado altos. Para cualquier mercancía, si no hay que preocuparse por la velocidad, el transporte por el canal es la mejor alternativa.”

Pregunté algunas otras cosas, luego todos nos estrechamos las manos y Finch y yo salimos al aire fresco. “¿Le apetece almorzar?” me preguntó; Hablamos sobre restaurantes mientras esperábamos al tranvía, y nos dirigimos al centro. En una brasería en la esquina de la parada del tranvía nos sirvieron un sandwich BLT [NdT: tradicional sandwich de bacon, lechuga y tomate con pan tostado y alguna salsa, generalmente mayonesa], y luego continuamos nuestro camino sobre las concurridas aceras hasta el el gran edificio de piedra que albergaba el mercado de valores de Toledo.

“Vinny Patzek”, nos dijo el joven hombre de cabello negro peinado hacia atrás que nos saludó en una oficina atestada, no muy lejos del parqué. “Encantado de conocerles”. No llevaba chaqueta y estaba arremangado, y tenía el aspecto de haberse pasado el día corriendo de un rincón a otro del edificio. “¿Cabe la posibilidad de que sepa usted algo sobre mercados de valores?”

“En realidad sí - Estuve dos años en el parqué de la bolsa de Nueva York antes de que la movieran a Albany”, dije

Su rostro se iluminó. “Genial. De acuerdo, esto será mucho menos confuso para usted de lo que es para la mayor parte de la gente de fuera que conocemos. No es que sea exactamente lo mismo a lo que está usted acostumbrado, pero las diferencias son más que nada tecnológicas, no sobre el fondo. Vamos allá”

“Le dejo con el Sr. Patzek por el momento”, me dijo Finch, “Le prometí a Ms. Berger que volvería tras el almuerzo a ver cómo andaban las cosas en el Capitolio”

“Está bien”, dije, y se marchó por una puerta mientras Patzek me conducía por la otra, a través de un pasillo hacia el parqué.

Pensándolo bien, no era mucho más silencioso que la sala de turbinas de la central eléctrica, pero como ya había trabajado en el parqué el ruido y el jaleo tenían algún sentido para mí. Había un panel de lectura, uno realmente grande, cubriendo la mayor parte de la pared; era mecánico , no digital, y cambiaba entre el negro y un amarillo que lastimaba los ojos en pequeños parches rectangulares para informar de los últimos precios. Había puestos de venta dispersos por el lugar, donde los especialistas se encargaban de las compras y ventas de las participaciones. Había operadores y corredores de bolsa, los suficientes para que la sala pareciera atestada, y el habitual rugido de cientos de voces gritando sus ofertas y pujas.

“Supongo que todavía usan ordenadores en Nueva York ¿correcto?” dijo Patzek  casi gritando. “Aquí todo va con el viejo sistema de corros y el mismo tipo de señales manuales que podría ver en el mercado de materias primas de Chicago. Permita que se lo muestre. Lo único que necesitamos es una orden”

“Compraré una participación de Mikkelson Manufacturing”, dije

Sonrió. “Ya está usted a bordo”

“¿Suele tener muchas órdenes pequeñas de ese tipo?”

“Continuamente. Hay ancianitas, trabajadores, lo que se imagine, que guardan algo de calderilla para comprar una o dos acciones al mes, y vienen en persona a hacerlo.” Miró al panel de lectura. “Mikkelson es MIK  ¿lo ve? Setenta y dos por acción. Vamos”

Nos sumergimos en la muchedumbre, y  me las apañé para seguir a Patzek a través de los puestos de venta, donde los corredores y vendedores parecían aún más ocupados que en cualquier otro lugar de la sala. Allí en medio el griterío era tan fuerte que no podría hacer oír ni una palabra, y entonces Patzek gesticuló con la mano cerrada, levantó el dedo índice y gritó algo que no sonaba demasiado parecido a “Industrias Mikkelson”. Sin embargo, sólo costó un minuto que el mercado hiciera lo que se supone que hay que hacer en un mercado, y Patzek salió de la masa con una gran sonrisa y una orden escrita en un cuaderno de papel que había sacado del bolsillo de su chaleco.

“Vamos bien”, dijo, “Setenta y dos y un cuarto - Va bastante ligero, me sorprendería si no alcanza los setenta y cinco al cierre. Volvamos a la oficina, mandarán allí el certificado”

Volvimos por donde habíamos venido. La oficina, ocupada como estaba, parecía sorprendentemente silenciosa tras el rugido del parqué. “Y así es como lo hacemos, apuesto a que hay algunas diferencias”

“No tantas como solía”, dije, “La primera vez que fui a la bolsa de Nueva York, sólo había un par de docenas de operadores y muchos días estaba tan silencioso como una biblioteca. Con la situación de los satélites y algunos otros problemas posteriores, muchas corredurías están volviendo a los parqués otra vez. pero por supuesto, todavía se hace todo con ayuda de dispositivos de mano, no como lo hacen aquí”

Patzek asintió. “Según he oído, había dispositivos de mano en el parqué en los primeros días tras la Partición, pero la primera vez que desde fuera trataron de forzar un cambio de régimen hackearon el sistema y lo hicieron caer, de modo que el mercado simplemente lo dejó de usar. Los ordenadores son fáciles de hackear, los agentes de bolsa no tanto”

“Apuesto a que no” dije riendo

Firmé un cheque por el precio de la acción y rellené un par de formularios para cubrir mi parte de la transacción. Cuando llegué al apartado de pago de dividendos, sin embargo, miré a Patzek. “Tendré que hacer algún arreglo en casa antes de poder completar esto” Asintió y continué. “¿Qué tipo de dividendos está pagando Mikkelson a día de hoy?”

“Un cinco, quizá un seis por ciento anual. No esta mal, sobre todo teniendo en cuenta que está libre de impuestos”
Eso me desconcertó un poco. “¿Mikkelson o los dividendos, en general?”

“Los dividendos, en general. Se cuentan como ingresos por rentas del trabajo, como los jornales,  salarios, royalties y ese tipo de cosas. La mayor parte de los otros tipos de inversiones tienen que pagar impuestos, y si usted vende esa acción y obtiene un beneficio con ello, eso es ganancia especulativa, y le van a dar fuerte”

“Así que las rentas están libres de impuestos pero las inversiones no”

“Así es, excepto los dividendos”

Recordé lo que dijo Elaine Chu sobre los impuestos en la visita a la fábrica Mikkelson. “Así que ustedes gravan lo que quieren desincentivar, en lugar de lo que tratan de incentivar”

“Que me lleve el diablo si lo sé”, dijo Patzek. “Eso se lo tendrá que preguntar a los políticos”

Un momento después un mensajero entró, soltó una carpeta de papel Manila sobre uno de los escritorios y volvió afuera. Media docena de personas convergieron sobre la carpeta; Patzek aguardó su turno y volvió con una hoja de papel de cartulina impreso con una caligrafía ornamentada.

“Aqui tiene”, dijo. “una acción de Mikkelson Manufacturing. Felicidades - ahora es usted socio de Janice Mikkelson”

Le miré asombrado, luego miré el certificado. Había leído sobre certificados de valores impresos, pero realmente nunca había tenido uno en las manos, así que me llevó un momento sortear la bonita impresión y leer la línea que importaba. Efectivamente, se leía MIKKELSON MANUFACTURING S.C.A. [LLP]

“Sociedad Comanditaria por Acciones”, adiviné, “¿de modo que no se trata de una corporación?”

[NdT: Entiendo que por corporación los personajes se refieren a la figura de la personalidad jurídica, como sujeto de derecho independiente de sus accionistas.

 El derecho mercantil en América y en España tiene algunas diferencias, ignoro si ocurre igual en países de Latinoamérica. El ordenamiento mercantil norteamericano contempla distintos tipos de responsabilidad limitada, LLP, que limita la responsabilidad al capital salvo en caso de mala praxis con variantes para proteger a socios según su nivel de responsabilidad -LLLP-, LLC, con una mayor protección de los accionistas, y la Corporation o Incorporation, que correspondería con la persona jurídica de la Sociedad de Responsabilidad Limitada o la Sociedad Anónima en España, en las que la responsabilidad de los socios está limitada únicamente al capital social. En el ordenamiento mercantil español no existe una figura equivalente a la LLP, lo he traducido como Sociedad Comanditaria por Acciones, aunque no corresponde al mismo concepto, ya que en España todos los socios responden solidariamente, y no existe el concepto de responsabilidad limitada para unos socios sí y para otros no.]

“Nah, las cosas son un poco distintas aquí. Hemos regresado a los tiempos - y le estoy hablando de antes de la primera Guerra Civil, olvide la segunda- en que las corporaciones tenían que ser concertada por la asamblea legislativa, por cierto número fijo de años, y sólo para ciertos servicios públicos, no sólo porque alguien quisiera ganar unos cuantos pavos. Tras todos los problemas que la antigua Unión tuvo con las corporaciones reclamando ser tratadas como personas y todo aquello, nosotros decidimos hacer borrón y cuenta nueva y regresar a las leyes originales. Aquí si un negocio quiere vender acciones se convierte en una sociedad comanditaria con responsabilidad compartida limitada. Los socios con responsabilidad limitada sólo responden con el valor de sus acciones, pero el socio o los socios con responsabilidad se juegan el trasero.Si alguna vez Mikkelson Manufacturing va a la quiebra, Mikkelson puede despedirse de su mansión, y si la compañía quebranta la ley, ella será la única que vaya a la cárcel.”

Lo tomé en cuenta. “¿De verdad ocurre eso?”

“Ya no tanto. Siendo yo un chaval hubo algunos casos realmente jugosos, y sí, algunos ricos perdieron hasta la camisa y terminaron entre rejas. Hoy día, si estás en los negocios, observas las leyes tan celosamente como tus resultados finales - Hay demasiada gente en política a la que le encantaría poder comprar un nuevo tranvía a sus votantes con el producto de un proceso judicial”

Aquello no sonaba demasiado parecido a la política a la que estaba acostumbrado en casa. Todavía estaba procesando todo aquello cuando la puerta se abrió y Michael Finch entró por ella. “Mr. Carr.”, dijo, “acabo de hablar con la Sra. Berger. Terminaron de arreglarlo todo sobre la hora del almuerzo. Si está usted preparado, el presidente estará encantado de verle esta tarde.”

Miré a Patzek, que sonrió e hizo una seña indicando que era hora de partir. Nos estrechamos las manos y, tras las habituales cortesías, salí detrás de Finch.