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Una de las conclusiones más obvias nuestros estudios sobre la energía es el hecho de que debemos prestar especial atención a las actividades que más dependen de los combustibles líquidos, porque son las más frágiles ante el pico del petróleo. Entre ellas destaca la agricultura, que no sólo es un sector económico muy importante, sino también la base del sustento humano. La agricultura actual se encuentra enmarcada en un modelo agroindustrial enormemente dependiente del uso masivo de derivados del petróleo que la convierte, también, en la principal causa de la degradación de los ecosistemas, la pérdida de biodiversidad y el cambio climático. Por ello, cada vez son más las voces que afirman que es preciso cambiar este modelo agroindustrial, que impone la lógica de la fábrica a la naturaleza a base de un enorme subsidio de energía fósil, por un modelo agroecológico, que se base en el respeto y la armonía con los ecosistemas. [1]. Por suerte, siempre hay personas que nadan contra corriente y llevan años fuera de los cauces convencionales. Estas personas ahora nos pueden ofrecer sus experiencias, que resultan de gran valor. Ese es el caso de la Cooperativa Crica, la única ganadería de producción de leche ecológica de Castilla y León y, en estos momentos (después del cierre de Lauki) la única empresa de producción de leche de vaca en la provincia de Valladolid. La Cooperativa Crica cuenta con una pequeña ganadería y una pequeña fábrica de elaboración y destaca por la cantidad de empleo que es capaz de generar a partir de su escaso nivel de producción (7 empleos a tiempo completo en estos momentos). ¿Qué hace que la Cooperativa Crica sobreviva en estos momentos en los que las ganaderías de leche de toda España están en números rojos y al borde de la bancarrota? El secreto de Crica es, probablemente, el hecho de que ha implementado un modelo completamente opuesto al modelo agroindustrial globalizado. En lugar de buscar gran producción, la Cooperativa Crica busca autosuficiencia que le permita ahorrar costes de insumos; en lugar de confiar en las cadenas de distribución y en las grandes elaboradoras, busca cerrar el ciclo y llegar directamente al consumidor sin depender de intermediarios; en lugar de entrar en el juego de la economía global competiva busca sus propios consumidores locales y redes de solidaridad entre consumidores y productores. Pero no es sólo la independencia respecto a la gran distribución lo que hace que Crica sobreviva frente a la ruina general del sector lechero. La energía tiene mucho que decir en este asunto. Hace unos años comenzamos a realizar un estudio energético-económico de la Cooperativa Crica en el que hemos participado diversas personas en diferentes proyectos (María del Carmen Bustillo Alonso, Belén Martínez Madrid -UCM- Andrea Villanueva, Óscar Carpintero, Roberto Vega, Margarita Mediavilla -UVa). En él se compara la producción lechera de Crica con la de una ganadería agroindustrial de tamaño y localización similar analizando cuatro aspectos: 1. Ocupación de tierra por litro de leche producida con ambos modelos. 2. Energía fósil utilizada en la producción de un litro de leche con ambos modelos. 3. Costes económicos por litro de leche producida en ambos modelos. 4. Emisiones de gases de efecto invernadero (energéticas y no energéticas) por litro de leche producida en ambos modelos. Los datos analizados muestran que Crica tiene un consumo energético casi tres veces menor que la ganadería agroindustrial por litro de leche producida, lo que hace que en estos momentos, sea más sostenible incluso desde el punto de vista económico. Sin embargo, su ocupación de terreno dobla la del modelo agroindustrial, debido a que necesita recurrir a razas de animales más rústicas. La producción lechera actual en Castilla y León se basa en la utilización de alimentos cultivados en otros países y/o de regadío (soja, maíz, remolacha). Basar la producción únicamente en tierras de secano locales implica productividades menores. Esto muestra que ya existen formas de producción ganadera que nos permiten sortear las primeras décadas de la cuesta abajo del petróleo y que en estos momentos empiezan a ser rentables, pero también muestra que volver a una producción local de baja energía implica dejar de utilizar las hectáreas globales que ahora mismo usamos y requiere una reducción del consumo de alimentos de origen animal. Por otro aldo, las emisiones de gases de efecto invernadero por litro de leche son similares en ambos modelos, pero, si se tiene en cuenta la absorción de carbono debida a las técnicas de regeneración de suelos usadas en la ganadería Crica, el modelo agroecológico tiene emisiones mucho menores e, incluso, puede convertirse en un sumidero neto de carbono. El escaso número de ganaderías que utilizan estas técnicas y los aún más escasos estudios sobre ellas hacen que estos resultados deban ser tomados con cautela. Sin embargo, de confirmarse, cuestionarían la afirmación de que la ganadería vacuna es una de las mayores responsables del cambio climático. Si bien el modelo agroindustrial hace cierta esta afirmación, en un manejo agroecológico el ganado puede ser un elemento beneficioso que permita la siembra directa sin laboreo ni herbicidas y convierta las praderas en sumideros de carbono. Por ello, a la hora de hablar de qué tipo de dieta es sostenible deberíamos distinguir claramente cómo se ha realizado la producción de los alimentos. Si bien una dieta vegetariana/vegana, en principio, posee una menor huella ecológica, la introducción de cantidades moderadas de productos de ganadería agroecológica puede ayudar a la gestión de los ecosistemas y ser beneficiosa para el planeta. Descargar el estudio completo: http://www.eis.uva.es/energiasostenible/wp-content/uploads/2016/12/Resultados-crica-2016.-rev-diciembre.pdf Marga Mediavilla
La noche es oscura y alberga horrores.
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