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Re: "El problema de la población humana" - Por Knownuthing

Posted by Parroquiano on Sep 04, 2015; 8:04pm
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El fascismo es sencillamente la imposición ( a los otros) de las buenas intenciones (nuestras)...el gran Bertrand Russell, imagino de este modo la educación en su sociedad científica ideal ( El panorama de la ciencia , autor B. Russell) ( negritas mias)


Creo que la educación, en una sociedad científica, puede concebirse por analogía con la
educación que dan los jesuitas. Los jesuitas proporcionan una clase de educación a los
niños que han de ser hombres corrientes en el mundo, y otra distinta a aquellos que han
de llegar a ser miembros de la Compañía de Jesús. De análoga manera, los gobernantes
científicos proporcionarán un género de educación a los hombres y mujeres corrientes, y
otro a aquellos que hayan de ser mantenedores del poder científico
. Los hombres y
mujeres corrientes es de esperar que sean dóciles, diligentes, puntuales, de poco pensar
y que se sientan satisfechos. De estas cualidades quizás la más importante será la
satisfacción. Para producirla se acudirá a todos los recursos del psicoanálisis, del
behaviorismo y de la bioquímica. Los niños serán educados desde sus primeros años del
modo más adecuado para no adquirir complejos. Casi todos serán niños o niñas
normales, felices y llenos de salud. Su alimentación no será abandonada a los caprichos
de los padres, sino que será la que recomienden los mejores bioquímicos: Pasarán
mucho tiempo al aire libre, y no aprenderán en los libros más que lo absolutamente
necesario.
En los temperamentos así formados se impondrá la docilidad por los métodos de
instrucción militar, o quizás por métodos más suaves, como los empleados por los boyscouts.
Todos los niños y niñas aprenderán desde la edad primera a ser lo que se llama
"cooperativos"; es decir, a hacer exactamente lo que todo el mundo hace. La iniciativa
quedará desterrada en estos niños, y la insubordinación, sin ser castigada, no les será
enseñada científicamente. Su educación será en gran parte manual, y cuando concluyan
sus años escolares, se les enseñará un oficio. Para decidir qué oficio han de aprender, se
apreciarán sus facultades por expertos.
 Las lecciones, cuando tengan lugar, se darán por
medio del cinematógrafo o de la radio, de modo que un profesor pueda dar
simultáneamente lecciones en todas las clases a toda la región. El dar las lecciones será
conocido como una empresa de altos vuelos, reservada a los miembros de la clase
gobernante. Lo único que se requerirá en cada localidad para reemplazar al maestro de
escuela actual será una mujer que mantenga el orden, aunque es de esperar que los niños
se conducirán tan bien, que rara vez necesitarán los servicios de esta estimable persona.
Aquellos niños, por otro lado, que estén destinados a ser miembros de la clase
gobernante recibirán una educación muy diferente. Serán seleccionados, algunos antes
de nacer, otros durante los primeros tres años de vida, y unos pocos entre los tres y seis
años.
 Toda la ciencia conocida se aplicará al desarrollo simultáneo de su inteligencia y
de su voluntad.
La eugenesia, el tratamiento químico y térmico del embrión, y el régimen de comidas en
los primeros años, se emplearán con vistas a la producción de individuos de máxima
eficiencia.
 El panorama científico se imprimirá en el individuo desde el momento en
que el niño sepa hablar, y durante los primeros años, en que al niño le impresiona todo,
éste será preservado cuidadosamente del contacto con el ignorante y el no científico.
Desde la infancia hasta los veintiún años, se le proporcionará el conocimiento científico,
y en todo caso, desde la edad de los doce años se le especializará en aquellas ciencias
para las que demuestre mejor aptitud. Al mismo tiempo, se le enseñará la educación
física, haciéndole fuerte; se le habituará a revolcarse desnudo en la nieve, a ayunar en
ocasiones durante veinticuatro horas, a correr muchas millas en días calurosos, a ser
valiente en todas las aventuras físicas, a no quejarse cuando experimente dolor físico.
Desde la edad de doce años se le enseñará a instruir niños un poco más jóvenes que él, y
sufrirá una sanción severa si los grupos de dichos niños fracasan en imitar a su jefe. Un
sentido de su alto destino se mantendrá siempre despierto en él, y habrá de considerar
como cosa axiomática la lealtad a las órdenes, que no deberán nunca ser discutidas.
Cada joven será, de este modo, sometido a una triple educación: de la inteligencia, del
propio dominio y del mando sobre otros. Si fracasa en alguna de estas tres, sufrirá el
terrible castigo de ser degradado y pasar a las filas de los trabajadores ordinarios,
viéndose condenado por el resto de su vida a convivir con hombres y mujeres muy
inferiores a él en educación, y probablemente en inteligencia. El acicate de este temor
bastará para hacer diligentes a todos, salvo a una pequeña minoría de niños y niñas de
las clases directoras.
Excepto para la cuestión de la lealtad al estado mundial y a su propia orden, los
miembros de la clase directora serán inducidos a hacerse intrépidos y a tener iniciativa
.
Será reconocida como de su competencia la mejora de la técnica científica y el mantener
contentos a los trabajadores manuales por medio de continuas diversiones. Como
personas de que depende todo progreso, no deberán ser demasiado tímidas, ni estar
educadas de tal modo que resulten incapaces de nuevas ideas. Al contrario de lo que
suceda con los niños destinados a ser trabajadores manuales, tendrán contacto personal
con su profesor y serán alentados a discutir con él. Será asunto suyo procurar estar en lo
cierto, si pueden, y en caso contrario, reconocer su error. Habrá, sin embargo, límites a
esta libertad intelectual, aun entre los niños de las clases directoras. No les será
permitido discutir el valor de la ciencia, o la división de la población en trabajadores
manuales y expertos. No podrán jugar con la idea de que quizás la poesía es tan valiosa
como la maquinaria, o el amor tan bueno como una investigación científica. Si tales
ideas se le ocurriesen a algún espíritu aventurero, serán recibidas en doloroso silencio y
se pretenderá no haberlas oído.
Un sentido profundo del deber público se infiltrará en niños y niñas de la clase
directora, tan pronto como sean capaces de comprender dicha idea. Se les enseñará que
el género humano depende de ellos y que deben prestar un servicio de bondad,
especialmente a las clases menos afortunadas que están por debajo de ellos. Pero no hay
que suponer que resulten fatuos, ni mucho menos. Replicarán con carcajadas
despreciativas a toda observación siniestra que ponga en términos explícitos lo que
todos crean en su corazón. Sus modales serán sencillos y corteses, y su sentido del
humor será infalible.
El último peldaño en la educación de los intelectuales de la clase gobernante consistirá
en el entrenamiento para la investigación. La investigación será organizada por todo lo
alto, y a los jóvenes no les será permitido escoger los casos particulares de investigación
en que habrán de trabajar, aunque serán guiados, naturalmente, a investigar aquellas
materias en las que hayan demostrado especial habilidad. Sólo a unos pocos se les dará
la mayor cantidad de conocimiento científico. Habrá arcanos reservados para una clase
selecta de investigación de talento y lealtad. Se puede esperar que la investigación será
mucho más técnica que fundamental. Los hombres que dirijan cualquier departamento
de investigación serán de edad y estarán satisfechos de ver que los fundamentos de su
investigación son suficientemente conocidos. Los descubrimientos que echen por tierra
puntos de vista fundamentales, si están hechos por gente joven, serán tenidos por
desfavorables, y si se publicasen temerariamente conducirán a la degradación.
Los jóvenes a quienes se les ocurra alguna innovación fundamental harán avances
prudentes para persuadir a sus profesores de que tengan en cuenta con agrado las nuevas
ideas; pero si estos intentos fracasasen, ocultarán sus nuevas ideas hasta que ellos
mismos hayan logrado una posición de autoridad, en cuyo momento olvidarán
probablemente aquéllas. La atmósfera de autoridad y organización será extremadamente
favorable a la investigación técnica, pero algo enemiga de las innovaciones subversivas,
como las que se han visto, por ejemplo, en física durante el presente siglo. Habrá, como
es natural, una metafísica oficial, que será considerada sin importancia intelectualmente,
pero que será sagrada desde el punto de vista político.
 A la larga, la proporción de
progreso científico disminuirá, y el descubrimiento morirá por respeto a la autoridad.
En cuanto a los trabajadores manuales, se procurará que no se sumerjan en
pensamientos serios; se les facilitará el mayor confort posible, y sus horas de trabajo
serán mucho más reducidas que en la actualidad; no tendrán-miedo a la destitución, o a
la desgracia de sus hijos. Tan pronto como concluyan su labor diaria, se les divertirá con
espectáculos que les proporcionen una alegría completa y que impidan la gestación de
ideas de descontento, que en este caso nublarían su alegría.
En las raras ocasiones en que un niño o una niña, que haya pasado la edad en la que se
determina el estado social, muestre una capacidad muy señalada para sentirse
intelectualmente igual a los gobernantes, se suscitará una cuestión difícil que requerirá
un estudio muy serio. Si el joven se contenta con abandonar a sus antiguos asociados y
echarse lealmente en brazos de los gobernantes, podrá ser promovido, después de
pruebas convenientes, al rango de éstos; pero si demuestra alguna solidaridad, que sería
sensible, con sus antiguos asociados, los gobernantes deducirán con repugnancia que no
puede hacerse nada por él, excepto enviarle a la cámara letal, antes de que su
inteligencia, mal disciplinada, tenga tiempo de propagar la revuelta. Éste será un penoso
deber de los gobernantes; pero creo que no retrocederán ante él.

En casos normales, niños de una herencia garantizada como excelente serán admitidos a
las clases directoras desde el momento de la concepción. Parto de este momento, mejor
que del nacimiento, porque desde este momento, y no meramente del instante de nacer,
es cuando el tratamiento de las dos clases será diferente. Si, no obstante, al tiempo de
alcanzar el niño los tres años se ve claramente que no llega al tipo requerido, será
degradado. Presumo que para entonces será posible juzgar de la inteligencia de un niño
de tres años con suficiente exactitud. En los casos en que haya duda, que serán pocos, se
someterá al niño a una minuciosa observación hasta la edad de seis años, en cuyo
momento se supone que será posible tomar una decisión oficial, excepto en casos muy
contados. Inversamente, los niños nacidos de trabajadores manuales podrán ser
ascendidos de clase, en cualquier momento comprendido entre los tres y seis años de
edad, y únicamente en muy raros casos en edades posteriores. Creo que pueda admitirse,
sin embargo, que existirá una fuerte tendencia en la clase directora a hacerse hereditaria,
y que después de varias generaciones muy pocos niños pasarán de una clase a otra. Esto
ocurrirá con más probabilidad aun si los métodos embriológicos para perfeccionar la
raza se aplican a las clases directoras y no a la otra. De este modo, el espacio que separa
las dos clases, en lo que respecta a la inteligencia de nacimiento, irá agrandándose cada
vez más. Esto, empero, no conducirá a la abolición de la clase menos inteligente, ya que
los gobernantes no desearán realizar trabajos manuales poco interesantes, ni verse
privados de la oportunidad de ejercer benevolencia, ejercicio inherente al mando sobre
los trabajadores manuales



...llamenlo como quieran , yo lo llamaré fascismo.

Ahora tiro yo , porque me toca. (El Indio Solari)