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carlos_EM_VLC. on
Ene 28, 2016; 10:57pm
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Lo siento pero habeis estado hablando de los chopos y de energía de forma tan aséptica e inhumana que no he podido aguantarme las ganas de escribir sobre lo que estamos realmente hablando, ARBOLES, seres vivos con una única función en este mundo y es la de regalarnos la vida. Así que estais castigados a leer lo que opino de la biomasa y vuestros datos.
Hay un pequeño pueblo a mitad camino entre ningún lado al que tengo en gran estima. Antaño tierras pisadas por el CID, de grandísimos huertanos que labran con dedicación y esmero las vegas altas de un rio tan voluble como maravilloso. El río Blanco, el río Guadalaviar, el río con más nombres de todos, Tirio lo llamaron y navegaron los romanos y su verdadero nombre, si es que algún río puede tenerlo, se pierde en los propios orígenes del hombre, en una voz de un pueblo olvidado Tzuria, Túria. Un corriente turbio e imprevisible que ha dado tantos quebraderos a los que han querido granjearlo que todos han tenido la necesidad de hacerlo suyo, aunque fuera simplemente bautizándolo y en Libros no deja de ser la excepción, lo llaman como en tantos otros pueblos con el nombre de su hogar y es que no pocas veces, río y casas, casas y río se han hecho uno.
En un pueblo en un valle singular, hundido, sombrío, fresco. Algunas casas del pueblo fueron ganadas a la propia peña que los franquea y contiene. Viviendas sencillas y modestas que fueron excavadas ante la necesidad de morar la tierra Libre, en tierra de Libros, pues ante su abandono y en busca de futuros vasayos, se les perdonó la existencia de un Señor durante un tiempo, un tiempo que supieron mantener, defender y conservar, al menos hasta 1940 y es que allí reconocieron oficialmente la derrota un tiempo más tarde, querian sentirse libres una vez más, un poco más.
La tierra allí es a tramos roja, a ratos negra, siempre húmeda y fresca, es ese color el que la dispone para huerta o para chopera. Magníficos chopos se levantan orgullosos, casi todos en la mismisima orilla del rio, árboles que se cultivan para contener el río y de paso contruir las casas, los muebles, calentar los hogares y celebrar la vida. Árboles que no se cortan sino que se podan, un tipo de aprovechamiento que descubrieron en tiempos de los árabes y que les permite conservar las veras y veredas mientras que se aprovecha la madera. El chopo tira 5 o 7 brazos y estos se cortan cada 3 o 4 años como si de pequeños arboles encalados se tratara.
Y con el mayo se celebra la vida y la fiesta del pueblo cobra sentido. Un tocón varias veces podado y aprovechado es plantado en la plaza del pueblo dando la sensación de que un enorme ser arbóreo haya llegado a la plaza, un ser que llega allí a morir, a ser quemado en un último ofrecimiento. Mientras y durante unos dias se realizan todo tipo de fiestas, se come, se comercia, se festeja a las mozas que han de rondar el mayo al menos 7 vueltas sin que el mozo las alcance en un "pilla pilla" en el que ni el novio pretende atrapar a la novia o no al menos hasta la séptima vuelta.
En la noche más fría y oscura de un 15 de enero de 1903 el Mayo vió como perdía su protagonismo. La electricidad había llegado a aquel recóndito pueblo, antes incluso que a muchas ciudades mucho más importantes. No fue nada premeditado sino una simple consecuencia, una casualidad. Castielfabib y su pionera central hidroeléctrica estaban ultimando los detalles del tendido hasta Teruel, un basto y burdo hilo de alambre desnudo que transportaría unos pocos voltios como prueba de modernidad y progreso pero que solo los mineros de la azufrera estaban dispuestos a poder aprovechar, antes incluso que la mismísima Teruel.
Y aquella noche el Mayo ardió como era su cometido arder y dejó aquella tenue bombilla ensombrecida y, según me contaron en una de esas historias de bar, la pequeña lámpara estalló por el intenso calor. Solo cuando el mayo terminó de consumirse, en la madrugada y las ascuas, las ultimas viandas del resopón y el buen vino, alguien reparó en la falta de aquella novedad luminosa que pocos o prácticamente nadie necesitaba a lo que otro respondió: -Habiendo mayo quién quiere bombilla.
Para cuando no hayan mayos y solo queden bombillas.
Un saludo.
Preparándose para lo inevitado.