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Demóstenes Logógrafo on
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El Ultimo Argentino escribió
Pero es que si los jóvenes europeos no forman ni familias estables ni tienen hijos biológicos; Que sentido tiene que se preocupen por el futuro ?
Pero en este foro no se pueden hablar de ciertos temas para no molestar a las minorías de siempre.Entiendo si es para protegerse del gobierno, pero al final termina dandole un aire muy snob y pedante al foro.
No hay ningún baremo según el cual se me pueda seguir considerando joven, ya como mucho puedo aspirar a "bien conservado", como los cuadros, pero alguna vez lo fui, soy europeo, no tengo hijos biológicos (al menos que yo sepa) ni familia estable (el último cambio de residencia también me ha costado la pareja), y pertenezco a alguna minoría que tiende a sentirse molesta con facilidad (aunque no es mi caso, me suelo pasar las críticas por el arco del triunfo).
Y a pesar de ello, ya me ves, sí que me preocupa el futuro. No es patrimonio exclusivo de los papás y las mamás. De hecho, posiblemente me esté preocupando yo más por el futuro de sus hijos que ellos mismos.
Igual podríamos invertir tu argumento: si el futuro está tan jodido que ya ni preocuparse por él sirve para mucho ¿por qué van los jóvenes europeos (o de otros lugares, que en esto no tenemos la exclusiva) a molestarse en formar una familia estable o tener unos hijos a los que tal vez no puedan mantener o dar un futuro mejor?
O igual no es ni lo uno ni lo otro, y resulta que hay una infinidad de matices.
El Ultimo Argentino escribió
El Imperio Romano nunca se recupero moralmente de la decadencia social ya criticada en tiempos de Augusto, y no volvió a contar con hombres de la talla de Trajano,Marco Aurelio o Tito.
¡Por fin, los romanos! Al fin se pone serio el hilo.
Augusto reformó el estado y sus instituciones, y consiguió elevar a política de estado la máxima de Julio César de "no sólo ha de ser virtuosa la mujer de César, también ha de parecerlo", sólo que prescindiendo de la primera parte. Augusto, que tan amargamente se quejaba de la relajación moral de su época, no tuvo empacho en casarse con Livia, a la que obligó primero a divorciarse de su marido con un pretexto estúpido, y mientras censuraba las "conductas sexuales depravadas" de su época, gozaba como una perra mientras la muy augusta y estirada Livia le zurraba las posaderas con una vara de avellano.
Mucho censurar las costumbres sexuales de otros, pero su gusto por el sadomasoquismo y la sodomía (femenina) eran propios de un sátiro, y si la "depravación sexual" fue una afición de Augusto, fue elevada a la categoría de arte por su hijo adoptivo y sucesor, Tiberio, que mientras ponía a su madre, la augusta Livia, como ejemplo de la matrona romana de moral intachable, no había tierno culito de núbil efebo a salvo en la isla de Capri, y lo mismo se follaba a una joven novia en su noche de bodas que a su apuesto y recién casado esposo.
Y qué decir de Calígula, capaz de prostituir a las esposas de los senadores y de cometer incesto con dos de sus hermanas. O de Mesalina, la castísima esposa de Claudio, esa pura y virginal mujer que echó una competición con la meretriz más famosa de la Suburra para ver quién de las dos era capaz de yacer con más varones, hasta que la honrada meretriz tuvo que cerrar las piernas finalmente diciendo que el apetito desmesurado de la emperatriz no era propio de la raza humana. El propio Claudio mientras mantenía una apariencia de feliz hombre casado seguía teniendo por concubina a la misma meretriz con la que tenía trato carnal desde la adolescencia (y que para las fechas debía estar más arrugada que una pasa).
Y cómo no mencionar a Nerón, capaz de follarse a su propia madre y después hacerla asesinar, pasarse por la piedra a uno de sus mejores generales para beneficiarse a su mujer, y finalmente matarla pateándole el abdomen cuando se quedó embarazada de su Alteza brutal. Y oye, lo curioso es que la familia julioclaudia (Julio César, Augusto, Tiberio, Calígula, Claudio y Nerón), siendo como fueron, un compendio de toda la depravación sexual y de cuanto vicio se pueda imaginar, fueron amados en general por el pueblo y tenidos en alta estima, e incluso por ejemplo de moral pública (lo de la propaganda electoral no parece que venga de nuevas). Y a pesar de su "vida disoluta", al imperio le fue mucho mejor que en la etapa anterior, mucho más republicana y tradicional, pero mucho más corrupta, en realidad.
Moraleja 1: folla con quien quieras, pero donde tengas la olla no metas la polla. Mientras no lo olvides todo irá bien. Nerón lo olvidó y la dinastía julioclaudia pasó a mejor vida.
La dinastía Flavia y la dinastía Antonina no fueron tan divertidas (yo más bien diría que sí lo fueron, pero tuvieron mejores equipos de propaganda), pero dinastías posteriores, como la Severa, nos dejaron personajes tan divertidos como Julia Mesa (capaz de asesinar a su propia hija y a su nieto para poder juguetear con el poder a gusto), o Heliogábalo (una drag queen avant-la-lettre). Y sin embargo, eso no impidió que, pasada la crisis del siglo III, apareciera un personaje como Diocleciano, capaz de reformar el imperio y darle otros cien años más de mala salud de hierro. Y todavía sin necesidad del cristianismo, al que Diocleciano (muy sabiamente, por cierto) persiguió como si fuera una plaga.
Moraleja 2: Cada uno en su casa y Dios en la de todos, que eso de mezclar política y religión sólo engendra monstruos
Y a medida que avanza el tiempo, nos encontramos con que, para desilusión de Diocleciano (que decidió recluirse en su granja a cultivar coles, y que le den por culo al imperio, no sabéis lo bien que me cae este hombre), el cristianismo va imponiendo su férrea moral por doquier en el imperio, a tal punto que el sobrio y aburrido Constantino (sin ser un paradigma de la virtud, era bastante descafeinado en eso de la moralidad, sería por ser hijo de la beata santurrona de Helena) se alía con el nuevo dios crucificado (Nota: para los romanos la cruz era como la silla eléctrica, imagínese cada uno lo que debió significar para un pagano ver a un dios ejecutado por criminal convertido en dios tutelar del imperio...) para reestructurar de nuevo el imperio, eliminar toda oposición a su poder (él y sus sucesores, quiero decir), dejar la administración limpia como una patena, y prepararse un retiro dorado en ese plan B llamado Constantinopla.
Después, a pesar del entrañable intento de Juliano el Apóstata por devolver el sentido común al imperio (pobre iluso), resultó ser que esa religión de férreas convicciones morales se convirtió en otro de los clavos en el ataúd del imperio. Y así, tras siglos de decadencia, donde el imperio cada vez era más cristiano y devoto, y menos dado a los excesos morales de los deplorables y depravados paganos, se llegó a un estado de pureza espiritual en el que los emperadores de oriente se erigieron en campeones y defensores de la fe.
Lo que no impidió que la pareja de moda del Imperio Bizantino, El emperador Justiniano y la emperatriz Teodora, fueran muy conocidos dentro y fuera de sus fronteras. El primero porque no se había inventado vicio al que no fuera aficionado (glotón, borracho, putañero, sodomita, ludópata... le daba un poco a todo, y la coca supongo que porque aún no habían descubierto América...). Y la segunda porque, a pesar de su imagen de frígida santurrona, no había soldado de la guardia que no hubiera pasado por su catre, a tal extremo que en Constantinopla cuando una puta hacía gala de alguna habilidad sexual extraordinaria, al preguntar por su particular talento, contestaba la célebre frase "lo aprendí de Teodora". Y sin embargo, ahí los tienes, santos para la Iglesia.
Moraleja 3: No hay puta ni ladrón que no tenga devoción.
Eso de la decadencia moral y social, me parece a mí que tiene poco de verdad objetiva, y mucho de complejo judeocristiano de culpa.
Saludos,
D.