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El principal problema que le veo a la situación macroeconómica mundial, inmersa todavía en una crisis muy profunda, es que no tiene solución fácil a la vista. Los Bancos Centrales tienen muy poco margen de actuación porque están presos por la política monetaria que han llevado a cabo en los últimos años –o como dicen los anglosajones, porque se han situado “en una esquina” desde la que no pueden moverse-. Si suben demasiado los tipos de interés los mercados colapsarán porque se invertirá la cadena del apalancamiento financiero; y si dejan las cosas como están, las clases medias desaparecerán de la faz de la Tierra (provocando con el ello el colapso del consumo y, seguramente, también del Capitalismo). Mientras tanto, como no podía ser de otra forma, las tensiones domésticas y geopolíticas aumentan, pues muchos gobiernos tienen la esperanza de que podrán salir de ésta arruinando al vecino. Ciertamente los Bancos Centrales tienen que elegir entre “Guatemala” y “Guatepeor”; aunque hay un Plan C: las guerras comerciales entre bloques impulsadas por la política de sanciones mutuas que suponen una vuelta pura y dura de las viejas artimañas proteccionistas. Y en esas estamos, estimados amigos. Visto así da miedo, pero cuando vas al meollo del asunto, da pavor. Desde que empezó la Gran Recesión en 2008, prácticamente todos los Bancos Centrales –excepto el ruso y alguno más- han imprimido billones de dólares digitales para inducir la bajada de todas las tasas de interés. O dicho de otro modo: añadieron deuda al sistema para pagar la deuda existente. Esa jugada no está mal si uno espera que la economía vuelva a crecer con fuerza para pagar ese dineral que se ha prestado (un modus operandi que ha funcionado muchas veces en el pasado), pero de momento llevamos nueve años con un crecimiento muy por debajo de las expectativas. Y francamente, no creo que lo consigamos. Occidente vive una crisis demográfica sin precedentes en la historia cuyas repercusiones escapan al entendimiento del común de los mortales. La gente vive su vida como si no pasara nada sin ser consciente de la que se nos viene encima… Nuestros países están agobiados por los costes que conlleva tener una población sumamente envejecida en la que el consumo se retrae y los salarios se desploman porque las empresas le ven “las orejas al lobo”. No tenemos un crecimiento económico digno, ni siquiera, con el precio del barril de petróleo a menos de 50$. Así de grave es la situación. Luego, si tenemos en cuenta que el Capitalismo sufre crisis recurrentes cada diez años… Cualquiera diría que estamos muy cerca de darnos un nuevo baño de sufrimiento. Con todo esto quiero decir que el sistema está atrapado en una espiral descendente de la que es muy difícil salir (quién quiera profundizar en las razones del desplome puede consultar los artículos de mi blog referentes a los jinetes del apocalipsis). Conscientes o no del calado de esta situación, los responsables de las políticas monetarias tomaron un montón de medidas para bajar todas las tasas de interés y, también, para controlar una inflación que temían podía descontrolarse. Algunas de esas medidas fueron: abaratar el precio del dinero, darle riendas al sistema del shadowbanking –tanto público como privado- para que los agentes financieros pudieran financiar a bajo coste las deudas soberanas que no han parado de aumentar con el paso de los años, elevar los intereses en los depósitos de los Bancos Centrales para que la gran banca no se animara a prestar a cambio de un suculento “dividendo”, etc. Aunque quizá lo más relevante de estas medidas es que los señores Bernanke, Draghi, Kuroda y compañía, ha propiciado un gigantesco rally tanto en la renta variable como en la renta fija que ha hecho a los ricos más ricos y, al resto de la población, más pobre. No creáis que no los entiendo… ¿Qué otra cosa podían hacer para salir de la Gran Recesión? A fin de cuentas, por muy “independientes” que digan ser, están supeditados a unos gobiernos acojonados por una persistente crisis fiscal que amenaza su status quo. (...) https://www.rankia.com/blog/macroeconomia-al-descubierto/3633667-victoria-derrota-final
La noche es oscura y alberga horrores.
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La clave del artículo está ahí... la palabra "fácil". Obviamente hay varias salidas, algunas más o menos decentes, otras absolutamente idiotas (que posiblemente sea las que intentarán primero) y, obviamente, también hay varios caminos contraproducentes e, incluso, hasta el viejo formato de "hacer la plancha" y dejar que la cosa explote por algún lado y se arregle sola. No dejemos de lado que también hay "salidas individuales" que salvan a ciertos países en detrimento de los otros (rumbo ya al famoso modelo "Bizancio/Somalia"). Con un poco más de tiempo voy a ver si describo algunos escenarios para explicar lo que acabo de decir. |
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Quizás una salida medio digna fuese una quita generalizada de deuda, por el modelo del porcentaje.
No digo que fuese genial, pero si a todo el mundo se le quita un 5% de su deuda, quizás se gane tiempo. Hay que tener en cuenta que, como los bancos centrales sacan el dinero de la nada, ahí mismo, en la nada, les duele cuando los préstamos no le son devueltos. Ya sé que es una simplificación terrible, pero algo de esto contendrá la solución al final... Creo.
Es hora de devolver la llama a los dioses.
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