- POST: John Michael Greer – “La Edad Oscura en los Estados Unidos: La Implosión Demográfica ”

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- POST: John Michael Greer – “La Edad Oscura en los Estados Unidos: La Implosión Demográfica ”

Anselmo

Los tres cambios ambientales discutidos en los post anteriores de esta secuencia centrada en  los impactos ecológicos de un clima marcadamente cálido y seco, la inundación de zonas costeras debido al aumento del nivel del mar, y las consecuencias a largo plazo de los vertidos  de venenos químicos y radiológicos realizados por una sociedad insensata. Vertidos cuya persistencia radiológica y tóxica implicarán cambios en el continente de América del Norte que perdurarán mucho tiempo después de la edad oscura des industrial , y ayudarán a dar forma a la historia de las culturas sucesoras  que se levantarán en medio de nuestras ruinas. Durante miles de años por venir, los pueblos de América del Norte tendrán que lidiar con desiertos drásticamente ampliados, costas que en algunas regiones se habrán desplazado muchos kilómetros más hacia el interior de lo que son hoy en día, y la presencia de zonas muertas donde los desechos nucleares o químicos en el suelo y agua harán imposible el asentamiento humano.

Todos estos factores implican, entre otras cosas, que  los des industrializados Estados Unidos sustentarán a muchas menos personas de lo que hizo en el año 1880 más o menos, antes de las nuevas tecnologías agrícolas dependientes de los combustibles fósiles posibilitaran el espectacular incremento  de la población, auge de la población que está tocando techo en nuestro tiempo. Ahora por supuesto, esto también implica que la América del Norte des industrial podrá sustentar muchas, muchas menos personas que en la actualidad. Por razones obvias, vale la pena hablar de los procesos por los cuales  la hoy claramente superpoblada América del Norte se convertirá en el continente poco poblado de la edad venidera, pero temo  que eso va a implicar un enfrentamiento con un cierto tipo de ideas acartonadas  demasiado comunes en nuestro tiempo.

Cada pocas semanas, la página de comentarios de este blog alberga algún comentario insistiendo en que yo estoy ignorando el papel de la sobrepoblación en la crisis de nuestro tiempo, y exigiendo que yo diga o haga algo al respecto. En realidad, he hablado bastante acerca de la sobrepoblación en este blog en los últimos años, que se remonta a este post de 2007 (vínculo) Lo que he dicho al respecto, sin embargo, no sigue ninguno de los dos guiones sancionados oficialmente en que las discusiones de la sobrepoblación se introdujeron,  casi con calzador,  en el mundo industrial de hoy en día; los comentarios que recibo por tanto básicamente se oponen al hecho de que no estoy acatando la “línea del partido”.

Como la mayoría de los fenómenos culturales en el mundo industrial de hoy en día, los guiones que  se acaban de mencionar se ciñen estrechamente a las narraciones falsamente liberales  y falsamente conservadoras  que dominan en alto grado el pensamiento contemporáneo. (Insisto en lo de “falsa”, porque  lo que pasa por el pensamiento político en estos días tiene prácticamente nada que ver ni con el liberalismo o el conservadurismo como éstos se entendían tan poco como hace unas décadas.) Los guiones difieren a lo largo de las líneas habituales: es decir, el guión falsamente liberal es bienintencionado e ineficaz, mientras que el guión falsamente conservador es factible y maligno.

Por lo tanto el guión falsamente liberal insiste en que la sobre población es un problema terrible, y debemos hacer algo al respecto, y las cosas que debemos hacer de ello son todas las cosas que no funcionan, no van a funcionar, y siempre se han intentado una y otra vez  una y otra vez durante décadas sin tener el más mínimo efecto sobre la situación. El guión falsamente  conservador insiste en que la sobre población es un problema terrible, pero sólo porque es la gente de,¡ ejem !, el color de piel equivocado quienes constituyen este problema, ¡ejem!,  en nuestro país, es decir, significa que considera la la sobre población causada por la inmigración, y la su propuesta significa “vamos a lanzar cubos de gasolina sobre las llamas de un conflicto étnico”, para que pueda jugar su papel estándar desgarrando una civilización moribunda con más brío que de costumbre.

La superpoblación y la política de inmigración no son la misma cosa; tampoco lo son la despoblación y las migraciones masivas de pueblos enteros para la que los historiadores alemanes de la Edad Media post-romana acuñaron el término diáfano termino Völkerwanderung (N.T: que debe significar algo así como vagabundeo de pueblos) , que son los fenómenos correspondientes en épocas de decadencia y caída. Por esa razón, el lado falsamente conservador del debate, junto con las realidades generalmente no mencionadas de la política de inmigración en los Estados Unidos de hoy y las realidades mucho mayores y más preocupantes de la migración masiva y etnogénesis que seguirá a su debido tiempo, se dejará para el próximo el post de la semana. Por ahora quiero hablar de superpoblación como tal, y por lo tanto sobre el lado falsamente liberal del debate y las duras realidades de la despoblación que están esperando en el futuro.

Todo esto debe ser puesto en su contexto adecuado. En 1962, el año en que nací, había cerca de tres mil quinientos millones de seres humanos en este planeta. Hoy en día, hay más de siete mil millones de nosotros. Ese asombroso aumento en la población humana ha jugado un papel inmenso y desastroso en arrinconar al mundo industrial de hoy en la esquina donde se encuentra ahora. Entre todas las fuerzas que nos conduce hacia un futuro desagradable, la presión en bruto de la superpoblación humana, con la exigencia de enormes y crecientes recursos que conlleva, es uno de los más importantes.

Eso está claro. Lo que hay que hacer al respecto es otra cosa. Todavía se escuchará a gente insistiendo que las campañas para convencer a la gente a limitar su reproducción voluntariamente finalmente lo conseguirán, pero este tipo de campañas ha estado en curso desde mucho antes de que yo naciera, y el número de humanos se ha más que duplicado de todos modos. Vale la pena repetir que si una estrategia ha fracasado cada vez que se ha intentado, insistir en que tenemos que hacerlo de nuevo no es una sugerencia útil. Esto se aplica no sólo a las campañas que acabamos de mencionar, sino a todas las demás propuestas para desacelerar o detener el crecimiento de población que se han intentado en varias ocasiones desde hace décadas.

En estos días, una gran parte de la charla esperanzadora en torno al tema de los límites a la sobrepoblación ha vuelto a centrar en lo que se llama la transición demográfica: el proceso, visible en la historia de la población de la mayoría de las naciones industriales de hoy en día, con el que la gente comienza a reducir voluntariamente su reproducción cuando su ingresos y el acceso a los recursos se elevan por encima de un cierto nivel. Es un efecto real, aunque sus causas no están claras. El problema aquí es, simplemente, que la base de recursos que hacen posible que una parte suficiente de la población mundial tenga el ingreso y el acceso a los recursos necesarios para iniciar una transición demográfica en todo el mundo, simplemente no existe.




Dado que los combustibles fósiles y una galaxia de otros recursos no renovables se deslizan por la pendiente de agotamiento a diferentes velocidades, según qué caso, cada vez es más difícil para las personas en los países industrializados conseguir mantener sus estándares habituales de  vida. Puede valer la pena señalar que esto no ha provocado un repunte al alza repentina en el crecimiento de la población en los países en que la movilidad descendente se ha vuelto más visible. La transición demográfica, es decir, no funciona a la inversa, y esto apunta a un hecho crucial que necesariamente no se le ha dado el peso que merece en las conversaciones acerca de la superpoblación.

El gran aumento en el número de humanos que domina la historia demográfica de los tiempos modernos es del todo un fenómeno de la era industrial. Otros períodos históricos han visto modestos aumentos de la población, pero nada en la misma escala, y los mismos han revertido rápidamente cuando los límites ecológicos entraron en juego. Sean cuales sean los factores y fuerzas que impulsaron los auges de la población experimentados en diferentes épocas, entonces, es una apuesta bastante segura el que la causa subyacente que  ha sido  el único factor presente en la civilización industrial y  que no ha jugado un papel importante en cualquier otra sociedad humana es: la explotación de grandes cantidades extrasomáticas de energía, es decir, la energía que no entra  en juego por medio del músculo humano o animal. Coloque la curva de aumento de energía per cápita en todo el mundo al lado de la curva de la población humana en todo el mundo, y los dos se mueven casi al unísono: por lo tanto, es justo decir que los seres humanos, como la levadura, responden a un mayor acceso a la energía con mayores tasas  de reproducción.

¿Eso significa que vamos a tener que lidiar con el gran aumento de la población mundial en el futuro inmediato? No, y los límites planetarios difíciles de extracción de recursos son las razones. Sin el subsidio de energía enorme a la agricultura aportada por los combustibles fósiles, la producción de alimentos suficientes para apoyar a siete mil millones de personas no será posible. Vimos una vista previa de las consecuencias en el 2008 y 2009, cuando el alza en los precios del petróleo provocó un aumento correspondiente en los precios de alimentos y un gran número de personas en todo el mundo se encontraron luchando para conseguir lo suficiente para comer para comer cualquier cosa. Las revueltas y revoluciones que siguieron coparon los titulares de prensa, pero otro cambio que ocurrió en la misma época, merece más atención: las tasas de natalidad en muchos países del Tercer Mundo se redujeron notablemente, y han continuado su tendencia a la baja desde entonces.

El mismo fenómeno se observa en otros lugares. Desde el colapso de la Unión Soviética, la mayoría de las repúblicas ex soviéticas han visto fuertes caídas en las tasas de nacidos vivos, la esperanza de vida, y la mayoría de las otras medidas de salud pública, mientras que las tasas de mortalidad han aumentado muy por encima de las tasas de natalidad y se quedó allí. Por lo demás, desde el año 2008, las tasas de natalidad en los Estados Unidos se han reducido aún más por debajo de la tasa de reemplazo de lo que eran antes de ese tiempo; la inmigración es la única razón por la que la población de los Estados Unidos no registra descensos año tras año.

Esta es la ola del futuro. A medida que los combustibles fósiles y otros recursos tienden al agotamiento, y las economías que dependen de esos recursos se vuelven cada vez menos capaces de proporcionar a las personas sus necesidades de vida, el auge de la población se convertirá en una caída de población. El escenario base en 1972 de Los límites del crecimiento, siendo el modelo más preciso (y por tanto, inevitablemente, el más vilipendiado) del futuro contra en el que estamos dándonos de bruces en este momento, situó el cenit de la población mundial en algún lugar alrededor de 2030: es decir, dieciséis años a partir de ahora. Los recientes descensos en las tasas de natalidad en las zonas que antes eran focos de crecimiento de la población, como América Latina y el Oriente Medio, pueden ser vistos como la estabilización que se produce siempre en una curva de la población antes del declive.

Esa disminución es probable que sea muy fuerte, por cierto. Eso es en parte una cuestión de lógica simple: ya que la población mundial se ha inflado artificialmente mediante el vertido de energía extra somático destinado a aumentar el suministro de alimentos y la prestación de otros recursos necesarios para los seres humanos, el agotamiento de las reservas económicamente extraíbles de los combustibles fósiles que hizo que ese proceso sea posible va a eliminar los puntales que empujan hacia arriba las cifras de población a nivel mundial. Aún así, los paralelos históricos también tienen bastante que ofrecer aquí: despoblación extrema es una característica común de la decadencia y caída de las civilizaciones, con hasta un 95% de pérdida de población en los dos o tres siglos que la caída de una civilización por lo general toma.

La opinión general hoy en día y, una vez superadas las reacciones habituales de negación e incredulidad, sólo  podría asumir que un declive tan grande de  la población tan sólo podría darse  por causa de catástrofes en una escala verdaderamente colosal. Eso es una suposición fácil de hacer, pero no por ello es cierta. Del mismo modo que no hubo grandes orgías públicas con fornicación desenfrenada y los consecuentes nacimientos para duplicar la población del planeta en el último medio siglo, no serían precisos  ejercicios equivalentes de  muerte masiva  para reducir a la mitad la población del planeta en el mismo marco de tiempo. Los procesos ordinarios de la demografía pueden hacer el truco por sí mismos.


Vamos a explorar lo afirmado mediante un experimento mental. Entre familia, amigos, compañeros de trabajo, y los demás que se encuentran en el curso de sus actividades diarias, usted probablemente sabe algo cerca de un centenar de personas. De vez en cuando, en el curso normal de los acontecimientos, uno de ellos muere-en función de la edad y la condición social de la gente que conoces, que pueden ocurrir una vez al año, una vez cada dos años, o lo que usted vea. Tómese un momento para recordar la muerte más reciente en su círculo social, y el anterior que, para ayudar a poner el resto del experimento mental en el contexto.

Ahora imagine que desde este día en adelante, entre las cien personas que usted conoce, una  persona  más  - una persona más de lo que se podría esperar a morir - muere cada año, mientras que la tasa de natalidad sigue siendo la misma que ahora. Imagine ese modesto aumento en la tasa de mortalidad que afecta a las personas que  Vd. conoce. Un año, un familiar mayor de los suyos no se despierta una mañana; el siguiente, un camarero en el lugar donde te dan café en el camino al trabajo muere de cáncer; al año siguiente, el hijo de un compañero de trabajo fallece por una infección de los médicos no pueden tratar, y así sucesivamente. ¿Un cambio notable? Concedido, pero no es el Armagedón; asiste a unos  funerales más a los que usted está acostumbrado a, traba amistad con el nuevo camarero, y continua con su vida hasta que una de esas muertes adicionales es la suya.

Ahora tome ese proceso y extrapólelo al futuro. (Aquellos de mis lectores que tienen las habilidades matemáticas necesarias deberían tomarse el tiempo para los números de crisis sí mismos.) A lo largo de tres siglos, un aumento en la tasa bruta de mortalidad de uno por ciento anual, dada una tasa de natalidad sin cambios, es suficiente para reducir una población al cinco por ciento de su nivel original. No es necesaria la ocurrencia de grandes catástrofes; Los tradicionales cuatro jinetes, guerra, hambre y pestilencia pueden sentarse a beber cerveza y jugar al póquer. El cuarto jinete, en la forma de un modesto cambio en las tasas brutas de mortalidad, puede hacer el trabajo por sí mismo.

Ahora imagine el mismo escenario, excepto que hay dos muertes adicionales cada año en su círculo social, en lugar de uno. Eso sería mucho más notable, pero todavía no se ve como el fin del mundo-al menos hasta que se hacen las cuentas. Un aumento en la tasa bruta de mortalidad de dos por ciento por año, dada una tasa de natalidad sin cambios, es suficiente para reducir una población al noventa y cinco por ciento de su nivel original en el plazo de un solo siglo. En términos globales, si la población mundial alcanza su máximo alrededor de 8 mil millones en 2030, un descenso en esa escala dejaría cuatrocientos millones de personas en el planeta por 2130.

En el mundo real, por supuesto, las cosas no son tan simples o lineales como lo son en el experimento mental propuesto. Las tasas de natalidad están sujetas a presiones complejas y varían hacia arriba y hacia abajo dependiendo de las presiones específicas que sufre la población, e incluso pequeños aumentos en la mortalidad infantil tienen un efecto desproporcionado eliminando potenciales parejas reproductoras de la población antes de que puedan reproducirse. Por otro lado, la disminución de la población rara vez  ocurre de forma parecida a como el experimento de pensamiento sugiere; los otros tres jinetes, en particular, tienden a aburrirse de su juego de póquer a intervalos y salen a cabalgar un rato para dar a la Dama de  la Guadaña  un poco de ayuda con la cosecha. La guerra, el hambre y la peste son eventos comunes en la decadencia y caída de una civilización, y el crepúsculo del mundo industrial es probable que padezca una buena cantidad de ellos.


Por lo tanto, probablemente no va a ser una cuestión de dos muertes más al año, todos los años. En cambio, un año, estalla la guerra, la mayoría de los hombres jóvenes en la ciudad son reclutados, y la mitad de ellos vienen de vuelta en bolsas de cadáveres. Otro año, después de una serie de malas cosechas, la gripe viene de visita, y una gran cantidad de personas que la habrían superado sin complicaciones en mejores condiciones, fallecen por esta enfermedad debido  a que estaban algo desnutridos para sobrevivir. Un año más, un virus sacudido fuera de su hogar tropical por el cambio climático y la perturbación de los ecosistemas pasa por la ciudad, y el quince por ciento de la población muere en ocho meses horribles. Esa es la forma en que las disminuciones de población de la población ocurren en la Historia.

En Los años del ocaso del mundo romano, por ejemplo, una contracción demográfica constante se solapó con las guerras civiles, las invasiones bárbaras, las crisis económicas, las hambrunas y las epidemias; la disminución total de la población varió significativamente de una región a otra, pero incluso las partes relativamente estables del Imperio de Oriente parecen haber tenido alrededor de un 50% de pérdida de población, mientras que algunas zonas del Imperio Occidental sufrieron pérdidas mucho más drásticas; Gran Bretaña en particular, pasó de ser una provincia rica, poblada y urbanizada en gran medida a una tierra de ruinas urbanas silenciosos y pequeñas aldeas dispersas en las que habitaban agricultores de subsistencia, donde incluso algo tan simple como una tecnología de la cerámica torneada se convirtió en un arte perdido.

Las Tierras bajas mayas clásicas son otro buen ejemplo en la misma línea. Martillado por el cambio climático y la pérdida de la tierra vegetal, el corazón Maya pasó por un aplastante colapso durante  un siglo y medio, que terminó con unos niveles de población de tal vez el cinco por ciento de la que había habido en el inicio del periodo Clásico Terminal, y la mayoría de las grandes ciudades mayas se convirtieron en ruinas desoladas rápidamente cubiertas por la selva invasora. Aquellos de mis lectores que han visto fotos del follaje tropical enterrando las pirámides de Tikal y Copán, podrían intentar imaginar escenas del mismo tipo en las ruinas de Atlanta y Austin dentro de unos siglos. Ese es el tipo de cosa que sucede cuando una sociedad urbanizada sufre pérdida de población severa durante la decadencia y caída de una civilización.


Eso, a su vez, es lo que tiene que tenerse en cuenta en cualquier previsión realista de la Edad Oscura estadounidense: habrá muchas, muchas menos personas que habiten en América del Norte dentro de un par de siglos que los que hay hoy en día. Entre el agotamiento de los recursos de combustibles fósiles necesarios para mantener los números enormemente inflados de hoy y la degradación de la capacidad de carga humana de los Estados Unidos por el cambio climático, la elevación del nivel del mar, y la contaminación radiológica y química persistente, el continente simplemente no será capaz de soportar una población muy numerosa. El total actual es de aproximadamente 470 millones a 35 millones en Canadá, 314 millones en los EE.UU., y 121 millones de habitantes en México, según las últimas cifras que pude encontrar-y algo cercano al cinco por ciento de los que-decir, de 20 a 25 millones-podría ser una estimación de rango medio razonable para la población humana del continente de América del Norte, una vez que la implosión demográfica finalmente haya tocado fondo dentro de unos siglos.


Ahora, por supuesto, esos 20 a 25 millones de personas no estarán distribuidos uniformemente en todo el continente. Habrá muy grandes regiones-por ejemplo, los páramos casi sin vida, arrasados por el sol en que el cambio climático transformará las grandes llanuras del sur y el desierto de Sonora, donde el asentamiento humano será tan escaso como lo es hoy en las partes más tristes de la Sahara o la Rub'al Khali de Arabia central. Habrá otras áreas - por ejemplo, la región de los Grandes Lagos y la mitad sur de la de México gran valle central - donde la población será relativamente densa para los estándares de la Edad Oscura, y las ciudades de tamaño modesto pueden incluso prosperar si llegan a estar en lugares defendibles.

La bandas de nómadas dedicados al pastoreo trashumante  en las praderas del medio oeste, los pueblos de las selvas de la Costa del Golfo, y las otras ecologías humanas que surgen en los  distintos ecosistemas de  la Norteamérica  des industrial se asentarán todos poco a poco en un nivel más o menos estable de la población, en el que los partos y las muertes se equilibrarán  entre sí y el consumo de recursos se mantendrá en  o por debajo de los niveles sostenibles de producción. Eso es lo que sucede en las sociedades humanas que no tienen la traidora ventaja de un torrente de las reservas de energía no renovables para distraerlos temporalmente de las duras necesidades de la supervivencia.

Visto a este nivel el problema de una tasa relativamente pequeña de reducción de la población, si se le da tiempo suficiente, es de inmenso calado. El problema de la contracción de población es bastante simple de entender, gracias a lo expuesto  anteriormente,  siéndonos posible entender su impacto dramático en escalas de tiempo histórico y su nulo  impacto catastrófico en la escala de las vidas individuales. Pero, la parte difícil de comprender  referente a la contracción de los niveles de población es su impacto en los patrones económicos orientados al crecimiento continuo de la población. Eso es parte de un patrón más general, por supuesto - el impacto brutal del final del crecimiento en una economía que depende totalmente del crecimiento para funcionar-que se ha discutido en este blog varias veces ya, y requerirá un estudio detallado en la presente secuencia de mensajes.


Ese examen se iniciará después de que hayamos considerado la segunda parte del problema demográfico de la edad oscura estadounidense: el papel de la migración en masa y etnogénesis en el nacimiento de las culturas que emergen en este continente en que la civilización industrial es un recuerdo que se desvanece. La  discusión de un problema tan complejo ocupará el post de la semana que viene.
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Re: - POST: John Michael Greer – “La Edad Oscura en los Estados Unidos: La Implosión Demográfica ”

Beamspot
No puedo más que levantarme el sombrero ante la faena de traducir al Archidruida. Muchas gracias por tan buen trabajo.
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Re: - POST: John Michael Greer – “La Edad Oscura en los Estados Unidos: La Implosión Demográfica ”

Dario Ruarte
Anoche leí el artículo de Druida pero, cansado, dejé para hoy venir a reseñarlo... y me doy con la sorpresa de que Anselmo lo ha traducido completo !!

Impresionante !

Bien Anselmo !!

Además, la traducción es más que prolija. Has tenido en cuenta muchos detalles -siempre complicados por el modo en que escribe Greer-

Una cosa es leerlo y otra es asimilarlo. Con toda naturalidad Greer asume que, el mismo proceso de despoblación que se ha visto en otros procesos de cambio "civilizatorio" se vivirá en el caso de nuestra hinchada y crecida civilización.

No lo ve dramático y abrupto sino que calmadamente señala que, en una o dos generaciones la población puede bajar a la mitad o menos sin requerir de hechos abruptos... aunque generalmente éstos se suman en el proceso (pestes, hambrunas, guerras) dando por resultado que, al final y a la fuerza, tienen que terminar equilibrados los puntos de "recursos" y "población".

Asumiendo cambios climáticos y contaminación asume que en la América del Norte, para cuando el proceso haya concluido (año 2100 o por allí), la población será similar -o menor incluso- a la que se encontraba antes de 1880... en el orden de los 25 millones de personas.

Guauu!

Trato de imaginarme la cara de un romano del S III que conocía Roma en el momento de máximo esplendor, con su millón de habitantes y su lujo desbordante si le dijeras que, apenas 150 años después  50.000 desarrapados sobrevivirían entre las ruinas de la ciudad y, su modo de vida sería vender los ladrillos, mármol y estatuas a quienes pasaran por allí.

Cinco por ciento (5%), la misma tasa que calcula Greer para el futuro de "Norteamérica".

Ese proceso de implosión del Imperio Romano -lo más próximo que tenemos a un cambio de civilización global para tomar de ejemplo- es tan increíble y doloroso que maravilla y sorprende.

50% menos de población aún en zonas "intactas" del Imperio y, muchas regiones retrocediendo de tal modo que, incluso industrias habituales en la zona pasarían a ser conocimientos perdidos (lo que cuenta de Bretaña).

Si no fuera que ha pasado MUCHAS VECES (Babilonia, Egipto, Grecia, Roma, Mayas, etc.) costaría creérselo.
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Re: - POST: John Michael Greer – “La Edad Oscura en los Estados Unidos: La Implosión Demográfica ”

Joan
Muchas gracias Anselmo. Disfruto mucho leyendo el Archidruida , y todo gracias a tu traducción.
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Re: - POST: John Michael Greer – “La Edad Oscura en los Estados Unidos: La Implosión Demográfica ”

Joaquin
Lo dicho muchísimas gracias por tu trabajo. Como complemento en este enlace
http://ngm.nationalgeographic.com/2013/09/rising-seas/if-ice-melted-map
se ven simulaciones de subida del nivel del mar en todo el munco,.... pero a lo bestia
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Re: - POST: John Michael Greer – “La Edad Oscura en los Estados Unidos: La Implosión Demográfica ”

demián
¡Gracias de nuevo!

No sé si alguien ya lo pensó, pero se podría armar un blog complementario al de Antonio...
tanto las traducciones de Anselmo, las hipótesis de Darío Ruarte, los análisis técnicos de Juan Carlos o Alb, los dibujos de Alberto Campos, las palabras de Carlos Espeleomina, la visión de la cuestión venezolana de Kuznacti, lo relacionado con la industria automotriz de Beamspot, la parte espiritual aportada por Kambei, Demóstenes Logógrafo o Parroquiano, la cuestión de la alimentación llevada por Natalia, los visitantes de Jorge M., un poco de cinismo mate en mano de algunos de los foristas, y otros saberes para cuestiones específicas sobre Chile o Colombia, los movimientos de transición, trabajo rural, soluciones prácticas, la cuestión bursátil o la psicología social...
No me acuerdo a quien leí que se fue para un campo de Eslovenia o Eslovaquia...
Hay de todo,
pero se queda acá... no podemos hacer un enlace para compartir afuera...  
quizás así tenga que ser,
pero si en algún momento alguno mete manos en el asunto y decide armar algo cuente conmigo...
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Re: - POST: John Michael Greer – “La Edad Oscura en los Estados Unidos: La Implosión Demográfica ”

Anselmo
En respuesta a este mensaje publicado por Anselmo
Para mí es un placer  ver que estas traducciones, a pesar de sus muchas limitaciones , os resultan interesantes... La verdad es que disfruto con los escritos del Archidruida. Aunque ello no quiere decir que esté de acuerdo con todo lo que él escribe.

Respecto a la idea de un blog complementario, me temo que no saldría bien porque se desenfocaría del tema central  e iría perdiendo vivacidad. Ello sin contar con que tampoco me parece buena idea alejarnos de los temas que va proponiendo Antonio, quien además  con su ejemplo ,nos pone el rasero muy alto.