Lo esencial de la narración es que es un relato de humano a humanos. Un relato mil veces narrado y mil veces ensordecido por el estruendo de los pisotones acompasados del desfile de los machos alfa, de su ambición de simios, al que la mayoría rinde pleitesía . Y de las hembras alfa, no nos engañemos, esta no es una cuestión de género sino de especie. Y la especie es jerárquica. Y gregaria.
Un hilo tenue, como el hilo fantasma de esa película reciente, que serpentea en los márgenes de nuestra penosa historia, despreciado, ninguneado, dado por muerto y enterrado una y otra vez. Pero que sigue alegremente vivo como la verde yedra y que contiene toda la esperanza. Viene de aquellos que pintaron con reverencia en las paredes de las cuevas. Continua con Lao Tse y su sabiduría. Se manifiesta en la secta del perro griega. Reverdece en Henry David Thoreau. Y sigue y sigue. Mantiene el vínculo a pesar de las tremendas fuerzas desatadas en su contra. Sí, la historia tiene relevancia en la reflexión sobre la sostenibilidad, porque seguimos esperando a esa minoría creativa que le dará la vuelta a todo. Y esa minoría será hija de ese hilo. Y repudiará el llamado "progreso". El llamado "crecimiento".
“La verdadera bondad humana, con toda su pureza y libertad, puede ponerse en primer plano sólo cuando su receptor no tiene poder. El verdadero examen moral de la humanidad, su examen fundamental (que yace enterrado profundamente lejos de la vista) consiste en su actitud ante esos que están a su merced: los animales. Y en este sentido la humanidad ha sufrido una derrota. Una derrota tan fundamental que todas las demás provienen de ahí.” (La insoportable levedad del ser). Milan Kundera.
Un gran saludo.