Caminante escribió
Lo más absurdo de todo es que gran parte de esos medicamentos se fabrican porque fabricamos "alimentos" de mierda y nos los comemos.
Contaminamos, despilfarramos y destruimos para engancharnos a "placeres" autodestructivos que normalizamos y añadimos a nuestra absurda lista de derechos fundamentales. Y creamos una larga lista de medicamentos para poder seguir haciéndolo.
Lo peor de todo es que iniciamos a nuestros hijos en toda esa mierda como algo "deseable". Si no le das caramelos a tu hijo eres mal padre; "le estás privando de no sé qué mierda de derecho fundamental". Hasta en las películas nos lo normalizan. Es lo mismo que dar de fumar a tus hijos. Sobrevivir, sobreviven, pero a qué precio. ¿Cuánto aguantarán antes de enfermar, cuánto sufrirán para desengancharse?
Vamos a ver... que la alimentación y la falta de actividad física son el origen de muuuuchos de los males que tenemos en nuestras opulentas -y no tan opulentas, salvo comparadas con el pasado- sociedades actuales, es indudable. Pero igual estaría bien hablar de todo con mesura... el problema no está en que le des un caramelo a tus hijos, el problema es que no les des otra cosa.
Los azúcares refinados no son sanos. Los carbohidratos refinados, en general no lo son. Pero no hay ningún problema en tomarlos ocasionalmente. No pasa nada por tomarse una coca-cola de vez en cuando... el problema está en hacerlo a diario. No hay ningún problema en que te tomes una copa de vino de vez en cuando, si te tomas una copa en cada comida, probablemente sí lo tengas. Incluso te diría que, aunque me parezca un hábito asqueroso, no hay ningún problema en que te fumes un cigarrillo alguna vez, pero si fumas a diario sí.
Quizás el problema no sea darle un caramelo alguna vez a tus hijos, o tomarte una copa, o fumarte un cigarro, o quedarte una tarde en el sofá viendo películas. Quizás el problema sea hacer eso por sistema. Quizás el problema sea no educar a tus hijos en los buenos hábitos, no tener control con el tabaco, y beber más de lo necesario, y ser un perezoso que no hace más ejercicio que ir del sofá a la cocina a por otra bolsa de doritos.
Lo que me toca mucho la moral, dicho sea de paso, es el puñetero paternalismo del estado, y las políticas paternalistas jaleadas por las masas apollardadas.
Yo como bastante limpio: habitualmente no como alimentos procesados, no como harinas refinadas, de lunes a viernes no pruebo el alcohol -y en fin de semana con mucha moderación-, no tomo refrescos, como frutas y verduras en cantidad, tomo la cantidad correcta de proteínas, grasas insaturadas, y hago un mínimo de 10 horas de ejercicio a la semana. No porque viva esclavo del cuerpo, sino porque son buenos hábitos que adquirí en mi juventud y he seguido practicando toda la vida. No es algo que me cueste hacer, en absoluto. Y muchas veces no es cómodo. Y muchos días, por comodidad, te quedarías en el sofá en lugar de irte a hacer deporte. Pero es una cuestión de hábitos.
Por eso mismo, me toca muchísimo los cojones, si un día me apetece darme un capricho, tener que pagar un impuesto a los azúcares o a la comida basura, simplemente porque el resto del mundo sea incapaz de mantener el equilibrio en sus hábitos. No necesitamos a los políticos para cambiar de hábitos, lo que necesitamos es vencer la pereza, la desidia y la estulticia.
Y no me vengáis con que "es que para los pobres es más barato comer mal", porque no es cierto. Comer sano no es caro. Pero requiere un esfuerzo que no todo el mundo está dispuesto a hacer. Y además, requiere pensar, algo que cada vez está menos de moda. Siempre es más cómodo echar el contenido de una bolsa de sanjacobos a la freidora que sentarte un rato a planear el menú de la semana...
Y sí, es verdad que en los colegios tal vez no se educa en unos buenos hábitos alimentarios. También es cierto que la educación empieza en casa. Y tampoco estoy de acuerdo en que sea un problema de incultura: más incultura que en tiempos de nuestras abuelas no hay hoy en día, y aquellas mujeres tenían unos hábitos alimentarios bastante saludables, por comparación a lo que se ve en muchas casas hoy en día. Pero, eso sí, no se ceñían a la ley del mínimo esfuerzo, y hacían algo más que abrir una bolsa y comer.
Joder, que la foto que ha puesto Fleischman por ahí de los huevos fritos envasados, es lo más triste que he visto desde la muerte de la madre de Bambi...
Panta rei kai oudén ménei
Cerrado
