17 SEPTIEMBRE 2008
http://thearchdruidreport.blogspot.com.es/2008/09/effluent-society.html La última ronda de convulsiones en los mercados financieros mundiales ha causado un gran montón de pánico entre los expertos de los medios de comunicación y los ciudadanos ordinarios por igual. Tengo que admitir ,que no comparto su consternación. Un beneficio de vivir de los medios limitados de un escritor significan que carezco de fondos disponibles para la inversión -como muchos de mi generación , yo nunca seré capaz de permitirme el lujo de una jubilación, Soy bien consciente de este acto - y la ausencia de cualquier interés personal en el destino de Wall Street .me permite sentarme detrás y observar la carnicería con un cierto grado de indiferencia. Por supuesto no duele que casi todo el dinero perdido en los recientes problemas nunca existió en primer lugar. La riqueza presuntamente creada por los precios inmobiliarios crecientes, por ejemplo, consiste en nada más que la creencia de que casi todas las casas podían ser vendidas por sus propietarios por un importe superior al de su precio de compra. Sólo una pequeña fracción de los mencionados propietarios puede realmente vender sus casas en cualquier ocasion sin hacerlo por debajo de su precio - esto es, después de todo, como las burbujas inmobiliarias inevitablemente terminan- pero mientras dura la burbuja, incluso el más teórico incremento en valor es tratado como dinero contante y sonante. La explosión de la burbuja , a su vez, simplemente disipa el espejismo y pone de manifiesto que esas evanescentes ganancias no significan nada. No obstante, mi costumbre de centrarme en el espectáculo en lugar de pulsar el botón de pánico cuando el Mercado bursátil desfallece tiene otro origen. está esta colocado en una estantería, a unos pocos pasos del escritorio dónde estoy escribiendo estas líneas: un manoseado ejemplar de el Gran Crash escrito por el fallecido Kenneth Galbraith es considerado la historia definitiva de la expansión de la burbuja y posterior explosión que marcó el comienzo de la Gran Depresión;. Es también el más divertido trabajo de historia económica seria nunca escrito. El sardónico humor de Galbraith y su soberbia capacidad para captar la líneas maestras de los procesos económicos hacen de ella sosteniblemente la mejor introducción al modo en como los mercados se vuelven locos y se entregan a sus peores pesadillas. Como esto sugieren,. Las burbujas se hinchan y explotan con una razonable regularidad La lección crucial del libro de Galbraith es que lo que está ocurriendo ahora ha ocurrido antes. Docenas de veces en el pasado, la gente se convenció a si misma de que el mundo había entrado en una nueva era económica en la cual obtener algo a cambio de nada era el modo en que las cosas funcionaban. Docenas de veces en el pasado, los mercados guiados por esta mareante convicción despegaron hasta Alturas absurdas, después cayerón a tierra con un resonante ruido sordo. Incluso la retórica se repite a si misma tan precisamente que tu puedes tomar el pulso de la fase en que se encuentra el Mercado gracias a esta; cuando las principales personalidades políticas responden a una depresión del Mercado por ejemplo, mediante la insistencia de que los fundamentos económicos están en buenas condiciones- unas declaraciones públicas que ya han pasado por los labios de algunos políticos estadounidenses, incluyendo a John Mac Cain- siempre es el momento para buscar la salida. Lo que esto implica, naturalmente, es que el final de una burbuja no es el final del mundo. Lo que no significa que que esto no vaya a tener consecuencias. Una inmensa cantidad de gente que pensó que ellos tenían grandes cantidades de dinero , y que ha tomado pésimas decisiones sobre esta base, tendrá que afrontar las consecuencias. Una inmensa cantidad de compañías cometieron los mismos errores en una escala incluso mayor, y se enfrentan a la bancarrota en muchos casos y a despidos masivos en otros; el impacto en niveles de empleo , ingresos fiscales, y muchos otros aspectos de nuestra vida colectiva no serán pequeños Si las consecuencias son manejadas con la suficiente torpeza por el gobierno y los niveles superiores de la dirección empresarial, el resultado final puede ser –bien, debido a que la palabra “depresión” ha sido pastoreada con suavidad fuera del reino del discurso publico, permitasenos llamar a esta la Gran Depresión, un periodo de contracción económica y racionalización de gasto que puede fácilmente prolongarse por una década y y dejar la vida económica y politica estadounidense hecha jirones. Todo esto ya ha ocurrido en ocasiones pasadas. Solo el confortable espejismo del excepcionalismo estadounidense- una creencia que gestiona la ignorancia completa de la historia estadounidense antes de 1950,y asume que la segunda mitad del siglo 20 se repetirá a si misma como un disco rayado hasta el final de los tiempos- hace que muchos estadounidenses piensen que esto no puede suceder ahora, o que esto no va a suceder de nuevo. Además el mismo espejismo hace difícil recordar que nuestra sociedad ha sobrevivido al proceso muchas veces antes, y que indudablemente sobrevivirá a este una vez más., Entre las causas por las que las naciones perecen,-bastante curiosamente, no figura el colapso financiero- - un recordatorio,si es que alguno se precisa, de que el dinero no es riqueza, sino una simple herramienta para facilitar el intercambio de aquella riqueza real que consiste en bienes y servicios proporcionados por la gente para la gente. A lo largo de las últimas dos décadas o así, he tenido unas cuantas ocasiones de reflejar a lo largo d estas lineas, empezando por el Viernes negro de 1987, el cual marcó el comienzo de la actual era de inestabilidad financiera, hundimientos económicos y de un tipo u otro, han venido con unos claramente regulares intervalos , y en cada ocasión, el libro de Galbraiht ha ogfrecido un útil contrapunto a los pronunciameintos del momento. Esta vez , sin embargo, han sido condimentados con una dosis adicional de ironía, hace unas pocas semanas una tienda de libros usados aquí en Ashland me posibilitó hacerme , con una manoseado ejemplar del que una vez fue el más famoso libro de Galbraith.La Sociedad Afluyente. Algunos economistas gastan sus vidas escribiendo en la obscuridad,y algunos se hacen famosos sin ver sus ideas llevadas a la practica. Galbraith no fue tan afortunado. Publicado en 1958, la Sociedad afluyente, sostiene que los Estados Unidos habían alcanzado un autosostenido nivel de opulencia en el cual las viejas leyes de la escasez no se iban aplicar más y que esta abundancia podía soportar inmensos programas públicos para erradicar la pobreza y proporcionar comodidades a toda la población. Estas afirmaciones fueron tomadas como versiculos de la Biblia por los círculos liberales de mediados del siglo 20,y guiaron durante casi toda una generación a la inversión publica estadounidense , desde la Gran Sociedad de Johnson abajo. En el proceso esta comprometió a los estados Unidos a gastos públicos insostenibles,que dispusieron el escenario para los problemas económicos de los Setenta, y ayudaron a guiar la reacción de los Ochenta que sustituyó el pon-impuestos-y-gasta de los demócratas con el pide-prestado- gasta de los republicanos. Cuando murió Galbraith en el 2006, el fue tratado por muchos economistas con aquel desdeñoso cariño reservado a los defensores de ideologías fracasadas. La Sociedad Afluyente ha sido muy criticada por aquellos pensadores económicos cuya fe en omnisciencia del Mercado libre rivaliza con la confianza de un campesino medieval en los poderes milagrosos de los huesos del santo local, pero me parece que los defectos mayores del libro han sido pasados por alto por estos escritores. Irónicamente ,Galbraith en la "Sociedad Afluyente" cayó en la misma trampa que el criticaba en el Gran Crash: la creencia de que la realidad económica había cambiado y de que las Viejas reglas habían perdido su vigencia. El estuvo muy acertado cuando hizo notar que los Estados Unidos se habían hecho sensacionalmente ricos, pero el estaba bastante equivocado al pensar en que esta riqueza era algo más que un fenómeno temporal. Dos factores proporcionaron a los Estados Unidos de Postguerra el periodo más largo de expansión económica sostenida de su historia. Primero, el accidente de geografía que puso que casi todas las batallas y ataques aéreos de la Segunda Guerra Mundial acaecieran sobre el territorio de otras naciones dejando a los Estados Unidos en una posición Única al final de la Guerra. Cualquier otra potencia del planeta se encontraba con sus fabricas pulverizadas por la acción enemiga; Estados Unidos , y solo estados Unidos , había terminado con toda su planta industrial intacta. Por más de una década durante 1945, como resultado Estados Unidos dominó los mercados mundiales de muchos bienes industriales, y se benefició poderosamente del resultado. Por el tiempo en que la Sociedad Afluyente comenzó a imprimirse , sin embargo , este predominio ya había comenzado a desvanecerse, y pasada otra década este sería una cosa del pasado. Justo tan importante como el predomino industrial de los estados Unidos, lo era su papel como el mayor productor de petróleo crudo. En 1950 ,por ejemplo, los Estados Unidos producían tanto petróleo como el resto del mundo junto. Esta vasta cuota del Mercado le permitió prosperar del mismo modo que los países árabes están prosperando hoy. A finales de los Cincuenta, sin embargo, sin embargo la vasta sed estadounidense de energía barata había convertido a los estados Unidos en un importador neto de petróleo; en los Setenta la producción de petróleo estadounidenses alcanzó su cenit y comenzó su declive irreversible, a medida que las reservas de petróleo estadounidenses empezaron a deslizarse siguiendo la cuesta descendente del pico de Hubbert. Todo esto hizo de la opulencia de los Cincuenta una fase pasada. y convirtió la prescripción de Galbraith para una sociedad mejor en un caro trompazo. Tras estos dos fallos, me parece a mí, está el acuciante pecado de la economía moderna, el fallo de cimentar los factores económicos en sus contextos históricos y ecológicos. el indice de la Sociedad Afluente no contiene entradas para “energía”, “carbón” o “petróleo”; mientras Galbraith destaca el tema del agotamiento de recursos al final del libro, el lo presenta puramente como un que puede ser vencido con un adecuado despliegue de talento científico. El papel de eventos históricos contingentes en lanzar la sociedad estadounidense en su trayectoria a través de la afluencia y el otro lado recibe las mismas cajas destempladas en el libro del Galbraith. Ninguno de estos resultados ocurrieron solo con Galbraith: ellos dominan por completo la ciencia de la Economía, la cual ha intentado en consecuencia imponer leyes atemporales a las mugrientas realidades dela vida económica, y con la misma coherencia y claridad ha ignorado el papel de los sistemas naturales como una Fuente primaria de valor económico. Es por estas razones que he llegado a pensar que una sociedad guiada por por las ideas económicas trata la contaminación como un problema de incomodidad, en lugar de como un factor que puede reducir la capacidad de la tierra para mantener a las sociedades humanas, y trata la escasez de recursos como un problema que puede ser resuelto mediante la inversión de más dinero, en lugar de como un límite insuperable al crecimiento. En una mayor escala, es por estas razones que el tiempo de boom de trescientos años del industrialismo parece tan normal a tangente en el presente . Contemplado con una visión atemperada por los ciclos de la Historia y los principios de la Ecología esto presente una forma diferente; su parecido a una burbuja especulativa es difícil de pasar por alto; su dependencia en la temeraria, insostenible explotación de medio miliardo de años, de energía fotosintética almacenada, en la forma de reservas de combustible fósil del planeta, se hace tan manifiesta como como la dependencia de la última burbuja inmobiliaria es desaforadas sobre estimaciones sobre lo mucho que los futuros compradores pagarían para viviendas. Así las últimas tres centurias de industrialismo nos han dado, no una sociedad afluyente, sino una sociedad efluente:– efluente en el sentido literal-el que arroja sus deshechos en la tierra de cultivo que lo mantiene y también en el sentido profundo de las raíces Latinas, ex-fuere, fluir fuera o lejos.. Por ignorar su propia dependencia de los sistemas naturales en funcionamiento y la no renovabilidad del recurso que la permite funcionar esta esta causando las condiciones históricas y ecológicas que la permitieron florecer escaparse gota a gota fuera de alcance. La historia de la humanidad industrial puede por tanto volver a ser una repetición, a mucha mayor escala , de la misma secuencia de inflado del a burbuja y consiguiente explosión que se está encaminado a su conclusión habitual en los mercados financieros mundiales justo ahora; es agradable pensar que un futuro equivalente de John Kenneth Galbraith podrá algún día escribir la historia de aquél mayor boom y explosión para edificación de nuestros descendientes. |
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