POST: John M. Greer –“Salud Pública: Lento Movimiento al Desastre ”

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POST: John M. Greer –“Salud Pública: Lento Movimiento al Desastre ”

Anselmo
18 OCTUBRE 2006



 
http://thearchdruidreport.blogspot.com.es/2006/10/public-health-slow-motion-disaster.html

De los cuatro aspectos de nuestro problema irresoluble des industrial que yo esboce en un post anterior (vínculo)  -agotamiento de los combustibles  fósiles, contracción económica, salud pública declinante, disfunción política- la salud pública ha recibido con mucho y de lejos  la menor atención por parte de la comunidad del cenit del petróleo.  Lo cual es irónico para utilizar una palabra que no resulte fuerte. Yo he afirmado de largo y en otros sitios  que los cortes de energía e interrupciones de flujos económicos  algunas veces declaradas como causas de inminente colapso industrial se prolongarán por el contrario a lo largo de las décadas de permanente declive,  y tranquilizando un poco a los  teóricos del fin del petróleo más apocalípticos. Aquí sin embargo, no están poniendo la venda dónde está la herida. A pesar de que esto es ampliamente conocido para un pequeño cuadro de preocupados profesionales, la desintegración del sistema público de salud en las décadas venideras  promete ser un desastre a cámara lenta.

No es sorprendente que esta particular crisis haya atraído tan poca atención en los medios. La salud pública es uno de los menos apreciados, a pesar de estar entre los más necesarios,  de los servicios públicos que la sociedad industrial proporciona a sus ciudadanos. No es una cosa excitante. Sanidad, control de plagas tratamiento de aguas, regulaciones para la seguridad alimentaria, y lo demás  son exactamente el tipo de actividades burocráticas monótonas que la actual cultura popular ignora más fácilmente. Ni tan siquiera el control de enfermedades infecciosas  consigue el nivel de intensidad dramática requerido, tal y como contó Randy Shilts en su historia de la epidemia de SIDA “Y la Banda Continuó Tocando”; más frecuentemente es un asunto de confeccionar estadísticas, seguir contactos, y enviar correos electrónicos a funcionarios locales  de hospitales con la certidumbre de que la mayor parte de los destinatarios solo apretaran el botón de borrado. En estas pedestres actividades, sin embargo, descansa la relativa ausencia de plagas del mundo industrial, unas plagas que han visitado sociedades anteriores con regularidad y matado a muchos de nuestros antepasados.

El inminente colapso del sistema de salud pública, como muchos aspectos de nuestro actual problema irresoluble, tiene una abundancia de causas. Una es la pérdida de capacidad del gobierno a todos los niveles para mantener, siquiera, el muy modesto apoyo de salud pública recibido alguna vez. Careciendo de un electorado influyente en la clase política, los departamentos de salud pública son, de lejos con mucha más frecuencia, los perdedores en las luchas por impuestos y presupuestos que dominaron la política estadounidense tanto a nivel estatal como local. En el último cuarto del siglo 20. Lo que es peor, las regulaciones de seguridad alimentaria estuvieron entre las protecciones al consumidor engullidas por los políticos amistosos con los negocios, con resultados que hacen las primeras planas de los periódicos tolerablemente frecuentes estos días.

Un segundo factor en el colapso de la salud pública es el final de la era de los antibióticos. Era que comenzó en los primeros años del siglo 20 cuando la penicilina revolucionó el tratamiento de las infecciones bacterianas. Los antibióticos transformaron la práctica médica. Docenas de lo que antes fueron enfermedades infecciosas –difteria, tuberculosis, peste bubónica y muchas otras-  se convirtieron en enfermedades curables mediante tratamiento. Unos pocos investigadores prescientes advirtieron del riesgo de que los microbios pudieran desarrollar resistencia evolutiva  a las nuevas “medicinas milagrosas” si estas se usaban demasiado indiscriminadamente, pero sus advertencias fueron desoídas entre la jefatura de la industria farmacéutica, preocupada solo en incrementar sus ventas y beneficios y por un sistema médico que se convirtió en poca más que el brazo de mercadotecnia de la industria farmacéutica. El resultado ha sido una explosión de microbios resistentes a los antibióticos. Los medios de comunicación no hace mucho anunciaron la emergencia de una tuberculosis REF (Resistencia Extrema a los Fármacos) en África y Asia, a añadir a la lista de microbios que ni tan siquiera los mejores antibióticos modernos,  podrán tratar.

Un tercer e incluso más preocupante factor es el impacto de la disrupción ecológica en patrones de enfermedad. A medida que el número de gente en un ya sobrepoblado planeta crece imparablemente, más y más de las tierras salvajes quedan bajo presión y microbios, que han ocupado nichos ecológicos desde mucho antes de que nuestra especie entrara en escena, terminan entrando en contacto con nuevos huéspedes y vectores de transmisión; HIV el virus que aparentemente causa el SIDA, parece haber dado con la población humana de este modo; El Ebola y una docena de otras fiebres hemorrágicas, en definitiva lo hicieron, junto con muchas otras. Al mismo tiempo el calentamiento global causado por  nuestras chimeneas y tubos de escape, ha modificado los patrones de distribución de mosquitos  y otros vectores infecciosos, con el resultado de que malaria, dengue, y otras enfermedades tropicales  están comenzando a mostrarse en  los flancos de las actuales zonas templadas.

Añadiendo el impacto del agotamiento de los combustibles fósiles a estos tres factores y tenemos que el resultado será en extremo indeseable.  En un futuro de crecientes costos energéticos y economías en desmoronamiento, la salud pública tendrá mucho menor acceso  a los presupuestos locales y gubernamentales que el que tiene ahora, lo que significa que los servicios de salud pública más básicos es muy probable que se vayan al garete. Los mismos factores hacen que sea improbable, en el mejor de los casos, que las compañías farmacéuticas sean capaces de costear el, caro e intensivo en recursos, proceso  de desarrollar nuevos antibióticas que ha mantenido a los médicos un paso por delante de casi todos las bacterias resistentes a los antibióticas durante tanto tiempo.  Finalmente los trastornos ecológicos tan solo se incrementarán a medida que una población mundial dependiente de una agricultura basada en petróleo de debata para sobrevivir al final del petróleo barato,  y la probabilidad de que muchos países se pasen del petróleo al carbón significa que el calentamiento global probablemente se pondrá en quinta marcha en las próximas décadas.

El resultado inevitable es el retorno a las condiciones de salud de los siglos 18 y 19, cuando las muertes epidémicas eran acontecimientos de rutina, la mortalidad infantil era normal, y casi todo el mundo podía esperar morir de enfermedades infecciosas  más que de las condiciones crónicas que rellenan la “causa del fallecimiento” en casi todos los certificados de defunción de estos días. Añadiendo los factores de crecientes tasas de abuso de drogas y alcohol, violencia y malnutrición-  todas ellas inevitables consecuencias de una fuerte contracción económica. Y tú tendrás una situación en la cual el número de gente del planeta experimentará un agudo descenso. Las estadísticas de Rusia, donde un escenario similar se desarrolló en el periodo  siguiente al colapso de la URSS. Sugieren que los niveles de población pueden ser reducidos a la mitad en menos de un siglo. Esto no requiere  epidemias masivas o cosas parecidas; todo lo que hace falta es una tasa de defunción superior a la de nacimientos, y eso es algo que verdaderamente tendremos cuando la edad des industrial comience.

El papel de la medicina moderna en estas transformaciones  es complejo. Especialmente en Estados Unidos, pero no solo allí, las fuerzas económicas convirtieron  los triunfos teóricos de la medicina científica en un fiasco del mundo real. Es un hecho que desde hace una década, la atención media ha sido la causa productora de muerte en EU   – añade juntas el peaje  anual de muertes debidas a infecciones yatrogénicas (transmitidas por los medios),nosocomiales ( trasmitidas por el hospital), efectos secundarios e interacciones de los fármacos, peligrosas pero muy recomendadas cirugías no estrictamente necesarias como las reducciones de estómago, y simple mala praxis, y la cifra resultante excede con mucho el peaje anual de enfermedades cardiacas, cáncer o cualquier otra cosa. A medida que el declive económico ponga la atención medica actual fuera del alcance de mucha gente, altas tasas de defunción por estas causas  caerán proporcionalmente. Al menos en el mundo industrial esto puede amortiguar el impacto de los factores que se acaban de discutir por un tiempo.

Mucha gente está votando con sus acciones por el abandono de la medicina convencional por varias formas de medicina alternativa. Incluso aunque no funcionen – y naturalmente algunas de ellas no lo hacen- los placebos son al menos propensos a causar daño que las drogas tóxicas  y cirugías invasivas  de la corriente principal de la medicina moderna. Muchos sistemas alternativos de atención sanitaria, por el otro lado, tratan las enfermedades comunes de manera bastante efectiva. Otro factor, además, hace los métodos alternativos mucho mejor adaptados a la era des industrial, que se avecina, que la medicina científica. El sistema médico actual está entre lo más voraces usuarios de energía y recursos naturales; casi sin excepción, los tratamientos médicos alternativos usan mucha menos de ambas. – Muchos de los más efectivos sistemas alternativos-herboristería y acupuntura vienen a la mente- evolucionaron mucho antes de que el sistema industrial naciera  y usan muy modestas cantidades de recursos sostenibles para tratar las enfermedades. En una era de escasez de energía y duros límites ecológicos, sistemas como este son la onda del futuro.

Las enredadas raíces de la crisis del sistema de salud pública la convierten en un desafío especialmente apto para afrontarlo en una base industrial. Algunas cosas pueden ser ciertamente hechas. Un sólido conocimiento de primeros auxilios. Nutrición, sanidad y enfermería básica  suponen un buen tramo del camino. Dieta sensata y ejercicio saludable son esenciales,  a pesar de la obsesiva persecución de la esbeltez a la moda necesita ser arrojada por la borda; La gente antes de la era del petróleo, cuando las reservas de grasa corporal jugaban un papel vital en la supervivencia, tendían a ser más obesos de lo que la moda actual permite, y volver a los estándares de peso normal del siglo 19  es tan necesario como inevitable. Aquellos que aprenden y practican métodos de salud alternativa tendrán una ventaja distintiva, y puede también encontrarse a ellos mismos con una posibilidad  para intercambiar.

No obstante, en la ausencia de medidas de salud pública efectivas, incluso la mejor atención sanitaria -alternativa o de otro tipo- tendrá sus propios límites. Ninguna medicina puede ocupar el lugar de una sanidad adecuada, agua pura, comida limpia y saludable, y el resto de los cimientos de la salud pública  que tantos de nosotros damos por garantizados hoy en día. Todas estas cosas serán suministros escasos en el futuro de industrial, y así la enfermedad y la muerte serán una presencia constante y familiar. Aprender a convivir con esta realidad también será una habilidad esencial en el ocaso de la era industrial. Nosotros  no seremos capaces de permitirnos durante más tiempo la fantasía de que la muerte es algo que solo les ocurre a los demás -y en el proceso de reconciliarnos con nuestra propia mortalidad deberemos aprender  algo esencial sobre el ser humano.  
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Re: POST: John M. Greer –“Salud Pública: Lento Movimiento al Desastre ”

Kanbei
"Aquellos que aprenden y practican métodos de salud alternativa tendrán una ventaja distintiva, y puede también encontrarse a ellos mismos con una posibilidad  para intercambiar. "

Buen párrafo.
Gracias por la traducción, Anselmo.
Querido lector, si caíste por casualidad en este foro ya es demasiado tarde. No te molestes en entender el pico del petróleo, a partir de ahora podrás grabar con tu móvil secuencias terriblemente bellas de la Tercera Guerra Mundial. Sonríe!