Rafael Romero escribió
Y tras él, aparece un gigantesco LOBO.
Y llegó el bueno de Ángel con la escopeta y abatió al lobo. El único problema es que los aldeanos no habían visto un lobo en su puta vida: los programas de TVE y Félix Rodríguez de la Fuente no se veían por allí desde los 70 y nadie se acordaba ya de lo que era un lobo de verdad, así que lo que Ángel había abatido en realidad era el perro pastor del Fulgencio, el hijo de la Paquita, que se había estado rebozando en un charco de fango y claro, con los nervios, a lo lejos y así a contraluz, pues al bueno de Ángel se le había antojado el padre de todos los lobos.
Daniel: Joder chaval, la que has montado ¡Has matao al perro del Fulgencio el Malafollá! Ya verás la zapatiesta, esto va a parecer Puerto Hurraco
Ángel: ¿Y yo qué coño sabía? Pensé que se iba a comer al zagal
Se oye blasfemar a lo lejos
Daniel: anda desgraciao, date el piro que como te enganche el Fulgencio te ablanda el lomo
Unos pocos aldeanos se congregan al lado de Pedro y el perro muerto, mientras Ángel pone pies en polvorosa. Entre Daniel y los otros intentan quitarle el garrote de las manos al Fulgencio, cuando de repente se oye un estruendo que hace temblar el suelo, las casas y resuena atronando por todo el valle.
Santiago (el párroco): Me cago en Dios ¿qué ha sido eso?
Julio (el alcalde): Joder Pater, un respeto. Yo es que me cago la Pastora Imperio, por el humo se ve el fuego. Algún gilipollas se ha cargado el puente, y me juego el bocadillo del recreo a que el gilipollas se llama Andrés
En estas aparece Andrés, presuroso y arrebolado, gritando
Andrés: ¡Tós tranquilos que ya no hay peligro! A tomar por culo el puente ¡Muerto el perro s'acabó la rabia!
Santiago: Pero hijo mío ¡Tú eres gilipollas!
Andrés: Joder Pater, que se nos zampaban los lobos ¿no vio el que mató el Ángel, que por poco se papea al Pedrito, el de la Susa?
Julio: ¡que no era lobo, que era perro so imbécil!
Andrés: ¿Cómo que perro? Si era negro y aullaba
Santiago: sí, y tenía cuatro patas y rabo, pero ve y pregúntale al Fulgencio que anda buscando al Ángel pa'partirle las piernas... y malo será que no lo encuentre, ahora que sin puente ya no puede escaparse
La mala suerte quiso que junto con el puente, por aquello de las prisas y no tener ni puta idea de lo que se hace, se volara también el único cable de teléfono que enlazaba la aldea con el mundo exterior. Y claro, en un villorrio de diez casas con quince vecinos mal avenidos, nadie tenía una radio, así que, a falta de que alguien por ahí por esos mundos de dios los echara de menos, no parecía probable que nadie les fuera a echar una mano hasta que la Guardia Civil decidiera volver a pasar por allí el mes próximo.
También la mala suerte quiso que allí junto al puente el Fulgencio se encontrara con Ángel y decidiera tentarle el morro, que si no hubieran llegado pronto los aldeanos allí mismo le deja seco. Más tarde, esa noche, las fuerzas vivas del pueblo tienen una reunión:
Santiago: Eugenio ¿cómo has dejado a Ángel?
Eugenio (el médico): Pues en la cama de la casa de socorro, que no es poco. Me ha dado un poco de trabajo el tontaina, pero menos mal, dos hostias más y hubiera sido trabajo suyo, Pater, y del Eustaquio el enterrador
Julio: Bueno señores, a lo que íbamos. Sin puente y sin teléfono, y con los cultivos al otro lado del tajo ¿Qué coño hacemos?
Manolo (el maestro): Hombre, igual si juntamos lo que tenemos entre todos y racionando bien podemos aguantar. A ver, antes o después alguien nos echará de menos...
Julio: bueno, sí, antes o después, pero por aquí si no es la Guardia Civil no pasa ni Dios
Santiago: Hijo esa boca...
Julio: Sí, pater, perdón, pero eso, que si no es la Guardia Civil por aquí no pasa ni el tato, y estamos en invierno, y mañana según el parte va a nevar, así que igual el puerto queda cortado. Me da a mí que igual tenemos pa'por lo menos dos semanas
Manolo: joder, no sé yo si nos va a dar para tanto
Eugenio: En la dificultad es cuando se reconoce a los hombres de verdad ¡Julio, tienes que tomar el control de la situacion!
Julio: Coño Eugenio, a ver si te crees que soy Moisés bajando del Sinaí. En cuanto le diga al Fulgencio que suelte la gallina y que ponga lo suyo en común me deja como al Ángel
Eugenio: Pues entonces tendremos que convencer a todo el mundo de que colabore por su bien, y el que no colabore tendrá que pasar por el aro. Es por el bien de todos
Santiago: a ver hijos míos, tampoco empecemos a desvariar, que sólo nos hemos quedado aislados, no es el Apocalipsis
Eugenio: ya está el listo que todo lo sabe abriendo la boca. La culpa de todo esto, padre, es de gente irracional como usted que no hace caso a la gente que les avisaba con motivos. Si me hubieran hecho caso hace años que viviríamos preparados para esto. Ni puente necesitaríamos, seríamos autosuficientes, produciriamos todo lo que necesitamos y habríamos huído ya de esta mierda de régimen globalista que nos condena a la miseria en aras del crecimiento eterno...
Manolo: Eugenio, cómo te pasas... deja los mítines, anda, que la sede del Partido está al otro lado del puente
Eugenio: y ahí el otro, que nunca está de acuerdo con nada. Pues mira lo que te digo Julio, o lo haces tú o alguien tendrá que hacerlo
Unas semanas más tarde:
-Conectamos con nuestro enviado especial en la zona ¿Javier, nos escuchas?
-Perfectamente compañeros. Pues como os comentaba, la Guardia Civil informó ayer a las autoridades de que el puente que unía la aldea de Villalcoño de Abajo con el resto de la comarca se había derrumbado, y por más que la patrulla intentó contactar con los lugareños nadie respondía. Alertado el delegado del gobierno, se mandó intervenir a la UME, pero resulta que cuando la UME ha llegado esta mañana a la aldea, el espectáculo era dantesco. Fueron recibidos a tiros por el autodenominado "Ejército de la república asamblearia villacoñense". Cuando finalmente pudieron reducir a los presuntos terroristas, el panorama no podia ser más desolador: al parecer, durante el aislamiento de algo más de dos semana causado por el temporal, Eugenio Gálvez, el antiguo médico del pueblo, se había hecho nombrar guardian de la revolución, había instaurado un régimen de terror y en cooperación con un célebre camorrista famoso en toda la comarca autoproclamado "generalísimo" Fulgencio Gutiérrez habían hecho desaparecer al maestro del pueblo y al sacerdote, cuyo paradero se investiga ahora con la ayuda de perros policías. Además, parece que varios vecinos permanecían secuestrados en lo que la pareja de enajenados que tejieron todo el embrollo llamaban "arresto domiciliario", por negarse a "colectivizar" sus propiedades. Al parecer, según relatan los vecinos del pueblo, justificaban todos sus actos con delirios como que una manada de lobos gigantes acechaba el pueblo desde el otro lado del puente desaparecido y que el resto del mundo había dejado de responder a sus llamadas de auxilio... Las autoridades investigan ahora si el puente se derrumbó o fue dinamitado, y la identidad de un cadáver encontrado en la casa de socorro con evidentes signos de violencia... Las investigaciones siguen en marcha pero todo parece indicar que los hechos se originaron a partir de los delirios mesiánicos de un adolescente mentalmente perturbado al que el autoproclamado líder aludía como el profeta de la revolución, y otros vecinos identifican como "el Pedrito el de la Susa", que al parecer tenía alucinaciones frecuentes
Panta rei kai oudén ménei
Cerrado
