Os confesaré que siempre me han gustado los relojes, bueno los relojes mecánicos de verdad. Siempre ha sido un disfrute para mi ver funcionar los mecanismos dentados con sus vaivenes orquestados en la mecánica sinfonia del tiempo. Apenas sé de su funcionamiento y mantenimiento, lo poco que he llegado a hacer es cambiar alguna corona, liberar un volante agarrotado por exceso de cuerda, limpiar y ajustar alguna joya y poco más, esto dentro del mundillo de la relojería es poco o nada, además de intromisivo. Tampoco necesita más un cacharrillo de esos para rular como si tal cosa 50 o los años que sean.
Hace no mucho tiempo, unos 15 años, que alguien llevara un remonte manual era más o menos normal, la gente estaba acostumbrada a darle cuerda a un reloj y ponerlo en hora cada cierto tiempo. Si a esto le sumábamos que una pila costaba sus buenas 500 pesetas de las de entonces y que no duraban mucho más de 1 año pues el mal menor del ritual de darle cuerda era además una opción económica, sostenible. Recuerdo además que la gente se escandalizaba por el mercurio de aquellas pilitas de botón: -¡una sola pila puede contaminar mil litros de agua!- Se advertía culpabilizando a los usuarios de su posible mala gestión. Pero los relojes digitales avanzaban, con más funciones, más vistosos, sumergibles, con mando para la tele o simplemente prometiendo duraciones de más de 3 años de la pila maldita pero a la vez más malditas pilas habían. Hoy pocos llevan reloj de pulsera, el movil, ese cacharro cuadrado hace las veces de estrafalario cronógrafo de bolsillo y el gesto de mirar la hora ha regresado a los tiempos victorianos teniendo que sacar un armatoste del bolsillo y operarlo para saber la hora sin más. Aunque ahora ya se ha puesto de moda el reloj de anacleto con pantalla de colorines en la muñeca y ves a gente durante varios minutos observándose la muñeca, cual colegial que aún no sabe leer las agujas del reloj y que tarda varios segundos en saber decir correctamente la hora. Por supuesto los topmanta siguen atestados de cajas de inox con mecanismos de cuarzo de una durabilidad de 3 o 4 meses con su pila maldita todos y todos por menos de 5 euros. Estrafalarios, bizarros, con brillantes o 3 diales en una sola caja inmensa para...¿? y así, poco a poco el tiempo pasa. El reloj del campanario se paró hace ya un lustro, al mecanismo le entró agua y se paró. La solución fué sencilla y un reloj de cuarzo con su relé electrónico activaba el motor para el martillo y las campanas sonaban, suficiente para un campanario ¿no? Pues basta con que dé las campanadas, total todo el mundo tiene reloj. Tiempo al tiempo y en este discurrir los relojes se pararán como se paró el del campanario, los desdichados dueños no encontrarán otro chisme que usar ni otra maldita pila contaminadora. Con suerte alguno encontrará en el cajón aquel remonte manual que hace 20 años que no gasta y sin engrasarlo le dará cuerda, puede que aún funcione pero al poco tiempo se parará y el campanario ya no dará ni las campanadas. En mitad del colapso nos perderemos en el tiempo para no saber nunca más cuando eran las 12 de la noche, como si alguna vez lo hubieramos tenido que saber. El final del día volverá a ser aquel tenue rayo de sol que proyecte aquella última sombra en aquella blanca pared. Puede que para entonces aún quedemos un par de locos tratando de engrasar y reparar una última rueda dentada o lubricando la última joya, intentando darle un poco más de tiempo al tiempo sin saber que en realidad el tiempo tenía las horas contadas desde el primer tic tac. Un saludo, tempus fugit et tempus fugerat.
Preparándose para lo inevitado.
|
Y como curiosidad... ¿a qué hora se paran los relojes?
De naukas: Vuelves de unas semanas de vacaciones y te encuentras con el reloj de la cocina parado. Bueno, en realidad no está parado del todo, la aguja del segundero vibra, hace un esfuerzo por moverse una vez por segundo sin terminar de conseguirlo. ¿A qué hora se ha parado? A la que era esperable… o quizá no del todo. Mover las manecillas de un reloj de pared cuesta energía pero no la misma a todas las horas. Entre la posición de las 12 y la de las 6 las agujas van cuesta abajo, la gravedad estira de ellas, con lo que el mecanismo no ha de hacer demasiado esfuerzo. Solo hay que mantenerlas frenadas para que vayan a la velocidad que toca. En cambio la otra mitad del recorrido es cuesta arriba. Pasar de las 6 hacia las 7 ya requiere vencer la gravedad, y cuanto más se avanza más esfuerzo hay que hacer. El máximo esfuerzo hay que hacerlo cuando el brazo de palanca es máximo en ese sector, en la posición de las 9. Podemos suponer que todo el peso de la manecilla está concentrado en su centro de masas, que estará aproximadamente hacia la mitad de la longitud de la misma. La línea que va desde el eje del reloj hasta el centro de masas la podemos imaginar como la cuerda de un péndulo fijado en el eje. El péndulo va a querer oscilar hasta pararse lo más abajo posible: en la posición de las 6. Sin embargo no es ahí donde se han parado realmente las agujas. Claro, es que el péndulo no es un buen modelo para el reloj de verdad. Las manecillas están sujetas al eje y este va girando, accionado por el mecanismo, posicionando las agujas de forma que marquen la hora; al menos mientras tenga suficiente pila. Cuando la pila se agota las agujas no quedan libres de forma que puedan pendular hacia las 6, el mecanismo sigue enganchado. En el eje del reloj se componen los momentos de las fuerzas que actúan. El momento de una fuerza es la magnitud física que describe la capacidad de giro que dicha fuerza ejerce sobre un determinado eje. Matemáticamente se calcula como el producto de la fuerza, por el brazo de palanca (la distancia del punto de aplicación de la fuerza al eje de giro) por el seno del ángulo que forman la fuerza y el brazo. Con esa definición matemática se ve enseguida cuando es máximo el momento del peso de la manecilla. Será cuando forme un ángulo recto con la propia manecilla (seno del ángulo recto vale 1, su máximo valor). Esto ocurre a las 3 y a las 9, en el primer caso a favor del sentido de giro de las agujas y en sentido contrario a las 9. Cuando la manecilla está en las 9 en el eje está aplicado su máximo momento en sentido antihorario, y para que la manecilla se mueva el mecanismo tiene que aplicar uno, de sentido contrario, un poco mayor. Eso es lo que no consigue cuando la pila no suministra suficiente energía. Si tuvo suficiente para moverla cuando el momento a vencer era un poco menor, pero ya este valor ya no puede con él. Con la explicación anterior podemos entender que una manecilla se quede parada en la posición de las 9 cuando el reloj agota la pila, pero en la foto se ve que las 3 manecillas se han parado ahí. ¿Es eso esperable o ha sido pura casualidad? En el eje se compone el momento de los pesos de las tres manecillas y esa suma es la que ha de vencer el mecanismo. Sin duda la posición de todas las agujas a las 9 es la de máximo momento a vencer, o sea que, en términos absolutos, es lugar natural en el que debería pararse el reloj. Pero ese lugar natural (o “de equilibrio”) es el que esperamos alcanzar solo si la pila se va gastando muy muy despacito. La contribución de la aguja horaria al momento total, con lo poco que ha de moverse por segundo y lo corta que es, es muy pequeña, seguramente decenas o centenas de veces menor que las otras. Por tanto, el momento en que la pila ya no puede mover el segundero de las 9 podía haberle pillado a la aguja horaria a cualquier hora. En el caso del minutero, estamos en un caso intermedio, su contribución al momento total es menor que la del segundero pero no tan despreciable como la de la horaria. En resumen, uno esperaría que un reloj de este tipo siempre se parase con el segundero a las 9, bastantes veces con el minutero también a las 9 y solo muy de vez en cuando con las tres agujas ahí, en la posición de máxima energía a vencer. Una bonita casualidad que sirvió para motivar esta reflexión.
La noche es oscura y alberga horrores.
|
Cierto !!... se paran en la "subida" y no en la "bajada" !!
|
En respuesta a este mensaje publicado por carlos_EM_VLC.
Mucho antes de la revolución industrial, mucho antes de que Parménides cometiera su parricidio, los hombres ya medían el tiempo, así que supongo que alguna necesidad debían tener de saber qué hora era. Por cierto, los relojes mecánicos también aparecieron antes de la revolución industrial, concretamente durante la edad media... Tempus fugit, tempus fugerat, et tempus fugerit Saludos, D. |
Free forum by Nabble | Edit this page |